Los escribas sentados de la
política son maestros de la sofistería. De hecho son los creadores de ese
metalenguaje que intenta disfrazar la gallina en pavo real y la casquería en jabugo.
Hay partidos que los tienen en nómina o en arriendo. También los usan
aprovechando la técnica del just in time.
Como es natural, el gobierno catalán dispone de una nutrida cohorte. Cierto, no
es cosa de hoy. Pero, aquí y ahora, proliferan esos nichos de empleo como tal
vez nunca lo hubo.
Uno de esos escribas es el
periodista Francesc—Marc Álvaro.
Solera parroquiana, se diría. Hoy, en La Vanguardia, se ha superado con creces.
Este caballero en su artículo de hoy en La Vanguardia nos propone uno de los
disparates más caballunos que se hayan oído en los últimos tiempos. Quincalla
ideológica. O, tal vez, los efectos de un ataque de alferecía.
Álvaro hace una crónica de la
actitud del empresariado catalán en las jornadas de Sitges del Cercle
d´Economía en Empresarios y presidentes.
Nos habla del recibimiento glacial de los asistentes a las intervenciones de Puigdemont y Junqueras. Así lo corroboran amigos que estuvieron
presentes. No es cierto, sin embargo, que un sector del empresariado recibiera
con pitos al president de la Generalitat. Es verdad, no obstante, que fueron
más considerados con Junqueras, a quien consideran con más recorrido que a
Puigdemont. En todo caso, esto es irrelevante. Una bagatela. Lo importante
tiene tronío. Lo reseñable es lo que sigue:
«La frialdad del recibimiento
del Cercle en Sitges no daña a Puigdemont, al contrario. Nos recuerda que el procés es también
(las dos cursivas son mías) es –desde el primer día—una lucha de clases postmoderna».
Póngase atención a esas dos cursivas: «nos recuerda» y «también». La triquiñuela retórica consiste
en dar por sentado que, desde los inicios del proceso, estaba cantado que
aquello era de una determinada manera. A saber, «lucha de clases». Hilarante
desde el punto de vista conceptual, pero suficiente para enviar al Palau de la
Generalitat el albarán correspondiente. Con o sin iva.
Tamaño disparate (que puede ser
elevado a categoría teórica) tiene la misma validez intelectual que si un
servidor afirmara que existe una relación intrínseca entre el procés y la podredumbre de los negocios
de Jordi Pujol o del
mismísimo Tres por ciento. O sea, ninguna. Pero ahí queda lo dicho por este
escriba sentado para animar el cotarro. O para engatusar a lectores despistados
de la obra del Barbudo de Tréveris. O
para cortarle las uñas a la lucha de clases, ¡vaya usted a saber!
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