lunes, 29 de mayo de 2017

¿Lucha de clases en Cataluña?



Los escribas sentados de la política son maestros de la sofistería. De hecho son los creadores de ese metalenguaje que intenta disfrazar la gallina en pavo real y la casquería en jabugo. Hay partidos que los tienen en nómina o en arriendo. También los usan aprovechando la técnica del just in time. Como es natural, el gobierno catalán dispone de una nutrida cohorte. Cierto, no es cosa de hoy. Pero, aquí y ahora, proliferan esos nichos de empleo como tal vez nunca lo hubo.

Uno de esos escribas es el periodista Francesc—Marc Álvaro. Solera parroquiana, se diría. Hoy, en La Vanguardia, se ha superado con creces. Este caballero en su artículo de hoy en La Vanguardia nos propone uno de los disparates más caballunos que se hayan oído en los últimos tiempos. Quincalla ideológica. O, tal vez, los efectos de un ataque de alferecía.

Álvaro hace una crónica de la actitud del empresariado catalán en las jornadas de Sitges del Cercle d´Economía en Empresarios y presidentes. Nos habla del recibimiento glacial de los asistentes a las intervenciones de Puigdemont y Junqueras.  Así lo corroboran amigos que estuvieron presentes. No es cierto, sin embargo, que un sector del empresariado recibiera con pitos al president de la Generalitat. Es verdad, no obstante, que fueron más considerados con Junqueras, a quien consideran con más recorrido que a Puigdemont. En todo caso, esto es irrelevante. Una bagatela. Lo importante tiene tronío. Lo reseñable es lo que sigue:

«La frialdad del recibimiento del Cercle en Sitges no daña a Puigdemont, al contrario. Nos recuerda que el procés es también (las dos cursivas son mías) es –desde el primer día—una lucha de clases postmoderna».

Póngase atención a  esas dos cursivas: «nos recuerda»  y «también». La triquiñuela retórica consiste en dar por sentado que, desde los inicios del proceso, estaba cantado que aquello era de una determinada manera. A saber, «lucha de clases». Hilarante desde el punto de vista conceptual, pero suficiente para enviar al Palau de la Generalitat el albarán correspondiente. Con o sin iva.


Tamaño disparate (que puede ser elevado a categoría teórica) tiene la misma validez intelectual que si un servidor afirmara que existe una relación intrínseca entre el procés y la podredumbre de los negocios de Jordi Pujol o del mismísimo Tres por ciento. O sea, ninguna. Pero ahí queda lo dicho por este escriba sentado para animar el cotarro. O para engatusar a lectores despistados de la obra del Barbudo de Tréveris.  O para cortarle las uñas a la lucha de clases, ¡vaya usted a saber!


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