En Cataluña hay mucha mierda. En
lo más alto del pódium está Convergència
democrática de Catalunya. No lo dice una octavilla de una organización
extraparlamentaria. Quien informa es La Vanguardia, que lo pone en boca de Jordi Pujol. Me imagino que
en los despachos de los herederos del partido convergente las declaraciones del
viejo patriarca, todavía no desarmado, habrán sentado peor que un dolor de
muelas.
Veamos, Pujol conversa con un
grupo de jóvenes. Les dice que propuso a Artur Mas que él asumiría toda la mierda del partido, CDC, a
cambio de que se respetara su legado. Aprovecha la oportunidad para explicarles
a los jóvenes que no le gusta que se haya cambiado de nombre el partido. Primera
consideración: ¿acaso algún joven grabó la conversación y la filtró a La
Vanguardia? Tal vez. Pero yo me malicio que la filtración viene del mismísimo
Pujol. O, por lo menos, con su autorización. Todo suena a venganza, a una
venganza sofisticada. Digna de la cultura palaciega de los Borgia renacentistas. El
viejo patriarca está que trina porque entiende que su partido nunca le defendió
como él creía y era su obligación. Porque le retiró honores y prebendas. Porque
lo arrojó al contenedor de la basura. Así pues, sus declaraciones –calculadas al
máximo-- son una autodefensa propia,
aunque hundan a su viejo partido y salpiquen a su herederos, los PDCat.
A saber, la mierda que se me
achaca a mí y a mi familia –está diciendo Pujol— era una mierda de Convergéncia.
Al servicio de Cataluña. Una versión periférica del viejo «Todo por la patria»,
que presidía el dintel de la guardia civil caminera. De ahí que el patriarca,
todavía no desarmado, se disfraza de contenedor y asume la mierda de los demás
como propia. No se trata de los establos de Augías sino de una razón de Estado. Más todavía, se trata de un asunto, cuya
naturaleza no es de Código Penal sino de enfrentamiento entre Catalunya y el
Estado español.
Ni siquiera el famoso inganno de Sinigaglia (La trampa de Sinigaglia) puede
comparársele. Aunque tiene un inconveniente: que no puede ocultar que hay mucha
mierda en Convergència democrática de Catalunya. Nadie es perfecto.
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