Homenaje al doctor Joaquín Aparicio Tovar, de extremeña natío.
Cataluña es una olla de grillos,
posiblemente de la familia de los Gryllus bimaculatus.
De un lado,
los ex convergentes brincan aceleradamente en búsqueda de una nueva rosa de
Alejandría en forma de partido tras desguazar el viejo bajel bergantín; de otro
lado, la coalición inestablemente gobernante, Junts pel Sí, un conjunto de
retales sin zurcir, se ve acosada por la CUP que debate si continúa con el
llamado pacto de estabilidad parlamentaria o lo tira al sumidero. Y como no hay
dos sin tres, ERC –que comparte con los neo convergentes el Diari Oficial de la
Generalitat-- aprovecha la menor ocasión
para atizarle sus socios alguna que otra patada en la cruz de sus leotardos.
En resumidas
cuentas, la vida política catalana está interiorizada en los asuntos domésticos
de las mayorías parlamentarias cuyo quehacer se concreta en neutralizarse los
unos a los otros. Sólo están aparentemente de acuerdo cuando se trata de desviar
los problemas hacia Madrit. Un Madrid institucional que rabiosa y
gratuitamente pone palos en las ruedas para engordar el conflicto; pero,
también un Madrid, donde la Judicatura desactiva el conflicto –véase, por
ejemplo, el reciente asunto de las estelades-- que (fuentes fidedignas me lo explican) ha
provocado la desilusión de no pocos enragés de las diversas familias
gubernamentales de Cataluña. ¿Por qué? Porque esperaban el triunfo de la
delegada del Gobierno madrileño, y de esa manera poner una muesca más en el
Memorial de Agravios. Entre paréntesis: en las covachuelas de Junts pel Sí hay
gente muy indiscreta. Y como diría Mayra Gómez Kemp: «Hasta aquí puedo
leer». Sólo daré una pista: algunos viejos rockeros de antaño me explican
ciertos secretillos, seguramente para hacerse perdonar la excursión personal
que les ha llevado a vestir sus nuevos hábitos seglares.
Primera conclusión:
en la batalla de las estelades han perdido estrepitosamente los ultras
de allende el Ebro y los indígenas enragés. O, por mejor decir, la caspa
y la brillantina. Mientras tanto, como diría el ingeniero Manuel Gómez Acosta: Cataluña sin
industria energética. Y lo argumenta en http://www.cronicaglobal.com/es/notices/2016/05/cataluna-sin-industria-energetica-38585.php
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