La
Cataluña independentista se está consolidando como un enorme almacén de
simulacros. Cataluña o un Ballo in maschera. Se ha simulado que el futuro
govern estará «consolidado», a pesar de que el lenguaje del abanico de Elsa Artadi lo desmiente.
Baile de máscaras en ese intercambio de covachuelistas en la sala de máquinas
de la Generalitat.
Pere Aragonès García tiene
ya en sus manos el diploma de presidente (formal) del govern. Y, siguiendo la
estética del abismo, empieza su discurso de investidura así: «Quiero ser
presidente de la Generalitat para culminar la independencia». Aires de Waterloo para no infundir
sospechas en las bases de las dos ramas del árbol independentista. Observen:
habla de «culminar» la independencia. Los amanuenses de Aragonès saben a
ciencia cierta el motivo del uso de ese verbo. O sea, la independencia está en
marcha; Aragonés culminará –promete— el itinerario. Más gasolina que ahora
aparece camuflada con propuestas de gestión política para las cosas de la vida.
Es la variante con relación a la gestualidad de aquel Quim Torra que era independencia a palo seco.
Con
todo, es pronto todavía para saber qué autoridad política tiene este Aragonès
en todo el convento. El padre prior, Oriol Junqueras, está silente y Waterloo está dedicado en
cuerpo y alma al monarca alauita en este conflicto con Marruecos. De momento
sólo puedo decir que sigue insistiendo en hacer creer que la suma de los
cuadrados de los catetos nada tiene que ver con el cuadrado de la hipotenusa en
el triángulo rectángulo de la política catalana. Pura ensoñación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario