No
recuerdo haber coincidido nunca –en determinados asuntos importantes, se
entiende-- con Emiliano
García-Paje, presidente de Castilla-La Mancha. No lo digo como
exhibición de desacuerdo sino como uno de mis muchos pecadillos veniales. Hoy
he leído sus declaraciones en El País y –me alegro— comparto lo que dice (1).
Yo celebro mis coincidencias con quien sea. En esta ocasión, la sincronía es
tanto en el diagnóstico como en la solución. Raimón
Obiols diría con salero: «tanto en la problemática como en la solucionática». Obiols, una de las
mentes más brillantes de la izquierda española.
Don
Emiliano parte de la siguiente exposición: hay una competencia fiscal desleal
entre autonomías; una frívola e indebida competencia que se traduce en
privilegios fiscales. No es coherente que reclamemos convergencia y cohesión
fiscal en Europa y aquí compitan unas autonomías contra otras.
Hay,
por lo demás, situaciones estridentes que claman al cielo: Madrid elimina en la
práctica sucesiones y donaciones con una bonificación del 99 por ciento, y es
la única autonomía donde no se paga el patrimonio. Madrid, jardín fical. Francamente,
eso es can Pixa. Por lo que
García—Page propone una ley de armonización fiscal, que establezca unos
parámetros homologables entre todas las autonomías. De acuerdo.
Tarde
o temprano saldremos de la crisis. Pero no todos saldremos al mismo tiempo y en
idénticas condiciones. Cuando corresponda, el gobierno deberá perfeccionar los
mecanismos de compensación inter territorial para amortiguar los desniveles de
los efectos de la crisis. Tiempo habrá para ello.
Ahora
bien, es ineludible hacer una profunda investigación de los resultados de la
arquitectura institucional de la España autonómica. Observar sus innegables
avances y analizar sus disfunciones, especialmente en los momentos críticos. Demasiados
burgos podridos y no pocos garbanzos negros. Hay que coger el microscopio y ver
todos los detalles. Un trabajo de acupuntura. No se puede plantear alegremente
la España federal si antes no se hace un balance pormenorizado de la España
autonómica. Y tanto si se opta por la corrección de las hipotéticas anomalías
de la España autonómica como si se decide el modelo federal, la cuestión fiscal
no puede ser un perifollo ni –menos todavía--
el mecanismo que, pretendiendo justificar la arquitectura (autonómica o
federalista), penalice a Maracena y beneficie a Sabadell. Porque, aparte de la
injusticia que ello supone, provocaría una división interna en el conjunto
asalariado en primera derivada y una alianza entre los trabajadores de una zona
junto a su respectiva burguesía contra los asalariados y patrones más
favorecidos. (Oiga, he dicho ´burguesías´. ¿Se extraña? ¿Quiere que diga
´emprendedores´? Es que me troncho de risa.
Post
scriptum.--- Derriban la estatua de Hume en la
Universidad de Edimburgo. Don Venancio Sacristán tal
vez hubiera dicho: «Lo primero es antes».
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