«Cuando la epidemia acelera, lo hace como
una locomotora, acumulando una inercia descomunal. A partir del momento en que
se la intenta frenar, recorre aún un largo trayecto antes de detenerse. Esto es
lo que va a ocurrir en las próximas semanas en Catalunya. Aunque las nuevas
restricciones sean eficaces y empiecen a reducir los contagios desde hoy mismo,
los datos seguirán empeorando en los próximos días por la inercia de la
epidemia». Es el alerta que envía Josep Corbella en La
Vanguardia de hoy. Y sin embargo, el sector cimarrón de la política española
sigue empecinado en su vieja normalidad: se niega a colaborar en la lucha
contra la pandemia, se auto margina militantemente de negociar reformas. La
derecha --una y trina— sigue la
inhospitalaria doctrina de aquel rudo porteño, Carlos Bilardo: «Al enemigo, ni agua». Esta es la
confusión de las derechas de secano, orinal y chanel número 5: creen que el
enemigo es el gobierno, pero los efectos de esa inhospitalidad la sufre el
conjunto de la ciudadanía y, peor aún, las clases laboriosas.
El Partido Popular no levanta cabeza. Hoy sale a la luz el barómetro
del CIS de este mes, octubre: el PSOE aventaja en 12 puntos al PP. Normal, de
un lado, los de Casado no se
arremangan los brazos para entrar en faena y, de otro lado, el personal parece
seguir la máxima de Teresa de
Ávila: «en tiempos de desolación nunca hacer mudanza».
Pero lo más chocante es que los niños bitongos del PP ni siquiera imitan a sus
mayores que gobiernan o están en la oposición en Europa. Imitan a Trump tirando la mascarilla al público.
El PP solo ofrece afectación, contorsiones y
aspavientos. Casado sale pitando para Bruselas con la idea de llorar en el
hombro de las autoridades de la Unión Europea. Objetivo: mitad para tapar los efectos del fallo de la Gurtel, mitad
para hacerse la fotico con Ursula
von der Leyen antes de que esta
señora se retrate con Pedro
Sánchez próximamente en Madrid. Casado --mitad Bilardo,
mitad repelente niño Vicente.
Casado en Bruselas intentando trasformar su
bloqueo del Consejo General del Poder Judicial en deslegitimar al gobierno
progresista que se limita a levantar acta de una iniciativa de los grupos
parlamentarios Socialista y Unidos Podemos para
deshacer el nudo. (Me permito una observación sobre el intento de ciertos
miembros del CGPJ a los que Lesmes les da
carrete. Van más allá de su oposición al proyecto de los grupos parlamentarios,
intentando señalar cómo debiera ser la ley. Esto es, otorgándose un poder de
legislar a la remanguillé).
La pandemia «recorrerá aún un largo trayecto
antes de detenerse» y nadie parece vislumbrar cuándo se detendrá. El gobierno
progresista y las fuerzas que le apoyan, aunque algunas lo hagan puntualmente,
necesitan calma. Mucho más temple, sobre todo porque la zahúrda de Casado y Cía
incrementará la marejada. La nave –es un pronóstico-- sorteará los temporales si el capitán, el
piloto y el puente de mando trasmiten esencia, presencia y potencia, temple y
punto de vista fundamentado. Repito una sugerencia de ayer: Joan Coscubiela aconsejaba que ««Lo más importante para intentar que nos salga
bien eso de soplar y sorber, gobernando la rabia, es no cometer muchos errores
no forzados».
Post scriptum.--- El gran Manquiña dejó dicho que ´el conceto es
el conceto´. El gran Pepe Sacristán presume –y con razón— de que su padre, Venancio, le
aconsejaba que «Lo primero es antes».
1)
https://www.lavanguardia.com/vida/20201016/484105802836/catalunya-el-futuro-que-viene.html
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