jueves, 23 de mayo de 2019

La inútil contumacia de Casado y Rivera



Pablo Casado insiste en razonar con las mismas categorías que le llevaron al fondo del barranco la noche del dies irae de las pasadas elecciones generales. Albert Rivera  reincide en las ocurrencias que le impidieron sobrepasar a Casado. Ambos reeditan el grosor de las insidias en sus primeras intervenciones tras la sesión de apertura de la Legislatura. Si antes era solamente Pedro Sánchez el destinatario (cómplice de los independentistas, incluso de los terroristas de ETA), ahora la flamante presidenta del Congreso, Meritxell Batet,  también es el oscuro objeto del deseo de la infamia de los dos fracasados de las pasadas elecciones. Sobre ella se ha vertido toda la ponzoña reiterativa: que ha pactado con los independentistas y, por eso, ha permitido la fórmula que han empleado los independentistas en la toma de posesión del acta. No hace falta ser un lince para intuir que Batet será la otra pieza que quieren cobrarse los fracasados. Tiene todos los atributos que odian los tribolites del Cámbrico ya sean viejos o nuevos en el hemiciclo: es mujer y joven, que conjuga el verbo dialogar.

Lo dicho: Casado y Rivera siguen dándole a la manivela que les llevó al fracaso. La salmodia de que todo va mal. Me imagino el ataque de duodeno cuando han leído que la OCDE, un organismo poco proclive a repartir octavillas en las puertas de la fábrica, ha valorado positivamente los incrementos de las pensiones y el salario mínimo y sus consecuencias. Los escribientes de Casado y los lumbreras de Rivera han quedado a la altura del betún.

Pues bien, todo ese fracaso lo vamos a sufrir durante la presente legislatura a través de una competición entre las tres derechas por ver quién pita y aporrea la bancada con más arcaica virilidad.

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