domingo, 14 de diciembre de 2014

LOS LENGUAJES DE LA MAYORÍA DE NUESTROS POLÍTICOS



Homenaje a Joan Barril, in memoriam


¿Ha pensado alguien en hacer una tesis doctoral o una investigación acerca del uso de los lenguajes políticos al uso? Entiendo que no sólo tendría un interés de sociolingüística política sino también estrictamente político, al tiempo que nos daría más referencias sobre la personalidad de nuestros dirigentes. Parece ser que lo más granado de esos lenguajes se encuentra en España e Italia. Pero, si se consolida en ambos países, lo más seguro es que acabe extendiéndose por todo el viejo continente.

A grandes rasgos podemos hacer una determinada cartografía lingüística, estando a la espera de las observaciones autorizadas que pueda hacer una persona tan ducha en esa materia como mi viejo amigo Paco Rodríguez de Lecea, que es un gramático de alto coturno. De momento, posiblemente dejándonos algunas cosas en la rebotica, diremos cuáles son los sistemas sociolingüisticos emergentes.

Locuciones de regüeldo, también llamadas eructos

Que fueron inauguradas por cierta joven diputada desde su escaño en el parlamento con el tristemente célebre «¡Que se jodan», dirigidas a los parados. Investigadores bisoños se orientan a que el origen de esta sintaxis podría tener lugar en el conventículo de algunas monjicas donde estudiara bachillerato la joven diputada, mucho antes de que su padre ingresara en el truyo por los motivos que todos sabemos. La derecha de alcanfor y chanel hegemoniza esta gramática emergente que es de secano.  

Locuciones de historicismo macabro  

Dícese de esos lenguajes que comparan el nazismo y los campos de concentración con las actividades de sus contrarios de izquierda. Aunque originariamente fue la derecha de caspa y brillantina quien inauguró ese lenguaje, algunos exponentes de la izquierda cañí se han sumado a ello. Vale la pena recordar, además, que algunos eruditos a la violeta se han incorporado a este sistema de expresión, tal vez con la idea de darle consistencia académica a cambio de gabelas y sinecuras.

Locuciones de chichinabo

O lo que es lo mismo: de poca consistencia y valor. Que mayoritariamente recorre el arco parlamentario de babor a estribor. No es exactamente una jerga que vende humo; es, sobre todo, la expresión de la nada verbal. Es en el fondo un zurullo (dialectalmente furullo) envuelto en papel de plata. Por lo general, las expresiones de chichinabo se utilizan por los aspirantes a renovar, tengan treinta o ciento cincuenta años, el léxico de sus predecesores en el cargo. Nada impide que tales voceadores sean internos, externos o mediopensionistas.

Locuciones cacofónico-tautológicas

Que últimamente se han generalizado ad nauseam, tales como «Haremos lo que haya que hacer» y otras similares que, intentando tranquilizar al público, acaban metiéndole más regomello en el cuerpo. La primacía de este sistema lingüístico lo tienen los gobernantes de unas u otras instituciones.

Locuciones mixtificadoras

Que ya Ortega y Gasset denunció en su famosa conferencia en “Vieja y nueva política” (Teatro de la Comedia, 23 de marzo de 1914). Para mayor abundamiento, Ortega llamó la atención sobre el uso bastardo de la palabra solidaridad. La literatura económica es un buen almacén de estas locuciones mixtificadoras: capitalismo substituido por economía de mercado; despidos de trabajadores como aligeramiento de las plantillas; recortes salariales como subindiciaciones salariales; sindicatos y organizaciones empresariales como agentes sociales. Y otras no menos famosas, que han acabado colonizando el lenguaje de toda la zoología política.   A propósito de esta dislocación intencionada del lenguaje, véase la sarcástica respuesta que el viejo J. K. Galbraith (como si hubiera nacido en Santa Fe, capital de la Vega de Granada) le propina en su libro La economía del fraude inocente [Crítica, 2004]. 

Locuciones de expropiación-apropiación 

Aquí se lleva la palma la sintaxis nacionalista de toda laya. Se trata de un lenguaje circular: se expropia al personal de su condición, se le mete en el magma identitario al tiempo que dicha expropiación, violenta o sutil, queda atrapada  –con o sin redoble de tambores--  por el trapo de la bandera de no importa qué colorainas.  Que, en el fondo, hunde sus raíces en la expropiación y alienación de la persona que trabaja: se la explota mientras se le dice que «todos estamos en el mismo barco». Y como noria da vueltas y vueltas: del caño al coro y del coro al caño. 


Apostilla. Queremos advertir al lector amigo que hemos obviado el lenguaje tradicional: el de la justificación de las promesas incumplidas, el de la mentira incontinente, el de la hipérbole, que tiene su origen en la noche de los tiempos políticos.

Ahora bien, si ustedes quieren algo con más punto de vista fundamentado consulten el libro Las palabras de la política que escribió el maestro Vittorio Foa, ya nonagenario. Lo tienen en http://ferinohizla.blogspot.com.es/

Radio Parapanda.--  GRIEGOS EN UN LABERINTO, enviado especial en Atenas de Punto y contrapunto, Metiendo bulla y En campo abierto.



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