Ya
los tenemos frente a frente. Por orden alfabético: Jonqueras versus Puigdemont. Las elecciones europeas serán el
escenario de esta liza. El conflicto, político y personal, incrementará su diapasón.
Les une gran cosa: la independencia de Cataluña, que no es poca cosa. Ahora
bien, una vez levantada acta de ello, las cosas se desarrollan por caminos muy
diferentes.
Junqueras,
el santo Job de la paciencia; Puigdemont, el Divino impaciente, que querría
llegar a la meta antes de sonar el pistoletazo de salida. Jonqueras, estoico;
Puigdemont, aproximadamente dionisíaco. Son los líderes de dos formaciones
políticas muy distantes entre sí. Esquerra, una organización tradicional que cree en el sistema de partidos;
Puigdemont, jefe de un movimiento oclocrático, de raíz neopopulista escarba en
todos los recovecos de la sociedad catalana que definitivamente ha roto con
casi todas las ataduras del viejo partido pujolista. Esquerra, un partido; los
de Puigdemont, una partida.
Las
elecciones europeas, así las cosas, sólo son una oportunidad para ver quién se
lleva el gato al agua de la dirección de un itinerario que nadie sabe cómo
encauzar.
1.-- En este fin de semana los estados mayores catalanes
han dado a conocer sus listas electorales.
Los
de Puigdemont han barrido en su casa. Los considerados renuentes al hombre de
Waterloo (Campuzano, Xuclà y los suyos) han sido desplazados; se ha impugnado la famosa ley del desgraciado Lavoisier: «la materia ni se crea ni se destruye, sólo
se transforma».
2.-- Sorpresa en los Comunes. La dirección barcelonesa del partido de Colau vota de manera insólita al candidato oficial
a las elecciones generales, Jaume
Asens, con más abstenciones que votos a su favor. 37 votos a favor, 38
en blanco. Dos bloques macizos en desacuerdo.
A pesar de este contratiempo, no parece que los Comunes reconsideren la
candidatura de Asens. La nueva
política tiene estas rarezas.
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