El
día 8 de Marzo se ha instalado en el centro de
la actividad política de nuestro país. La inmensa mayoría del arco político
apoya las manifestaciones que ha convocado el movimiento feminista. Ciudadanos se ha disfrazado
de centro para no infundir sospechas. Sus dirigentes, después de haberle echado
vinagre al asunto, han decidido acudir a las convocatorias. Si los veo, no seré
yo quien les pite. Quedan al margen las cohortes del Partido Apostólico con Pablo Casado a su cabeza. Un Casado un tantico
desbordado por doña Letizia Ortiz, que ha
decidido «vaciar su agenda de trabajo» ese día. No seré yo quien la critique.
De
hecho, ya han empezado las movilizaciones. El 8 de Marzo será el punto de
inflexión de un proceso, que viene de atrás.
Falta por saber qué reacción habrá en los centros de trabajo tras la
audaz convocatoria de dos horas de paro en cada turno. De hecho esta huelga le
da a la jornada un potente armazón, una considerable argamasa con nuevas
relaciones de unidad de acción entre el sindicalismo confederal y el movimiento
feminista que puede abrir un nuevo ciclo de nuevas conquistas de género.
Tras
la jornada vale la pena que todo ese movimiento de los diversos cuaje en un
cartapacio de medidas legislativas y una nueva capacidad de negociación en
todos los convenios colectivos. Es decir, que adquiera fisicidad.
Postdata.
Cuando me disponía a cerrar este post leo que mi amiga Remei
Merchán, histórica dirigente de Comisiones
Obreras de Mataró, explica en su cuenta de Facebook:
«Bon dia. Esta
mañana
he ido a poner unos carteles en el chino de la plaza Santa Ana (Mataró) de CCOO convocando a la huelga del 8 de Marzo. Había dos chicos y una chica poniendo unos grandes carteles con cola. Les he dicho que yo iba a poner unos cartelitos y que podíamos compartir el espacio. Le he comentado que eran de CCOO y uno de los chavales ha empezado a gritarme que soy una traidora y que hemos vendido a la clase obrera. Ellos estaban poniendo carteles de Arran y demás grupos que se consideran más radicales. Cada uno puede tener la opinión que quiera sobre los sindicato, pero lo que más me ha dolido era el odio con lo que lo decía. Y me ha recordado a los fachas españolistas que también desprenden ese odio a todo lo que no piensa como ellos. Me he sentado en un banco bajo un árbol, he respirado hondo. Y sigo mi camino, poniendo los carteles de mi sindicato, CCOO». (Fin del mensaje).
he ido a poner unos carteles en el chino de la plaza Santa Ana (Mataró) de CCOO convocando a la huelga del 8 de Marzo. Había dos chicos y una chica poniendo unos grandes carteles con cola. Les he dicho que yo iba a poner unos cartelitos y que podíamos compartir el espacio. Le he comentado que eran de CCOO y uno de los chavales ha empezado a gritarme que soy una traidora y que hemos vendido a la clase obrera. Ellos estaban poniendo carteles de Arran y demás grupos que se consideran más radicales. Cada uno puede tener la opinión que quiera sobre los sindicato, pero lo que más me ha dolido era el odio con lo que lo decía. Y me ha recordado a los fachas españolistas que también desprenden ese odio a todo lo que no piensa como ellos. Me he sentado en un banco bajo un árbol, he respirado hondo. Y sigo mi camino, poniendo los carteles de mi sindicato, CCOO». (Fin del mensaje).
Remei Merchán, forjada en las huelgas del
textil de tiempos antiguos, macizo y tronco del sindicato y del movimiento
feminista, siguió su camino “poniendo los carteles de mi sindicato, CCOO”. Oigan, si Franco no la arredró ¿por qué lo
iban a hacer los niñatos de la CUP? Remei Merchán, genio y figura.
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