¿Son Pablo Iglesias el Joven y Carles Puigdemont dos
líderes fallidos? Así lo cree José Antonio Zarzalejos en
su artículo de ayer en El Periódico (1). No daré una respuesta definitiva
porque el reputado periodista no define qué entiende por ello. Ahora bien, sí
parece oportuno que, tomando como pretexto el mencionado artículo digamos algo
sobre el liderazgo –fallido o no-- de
estas dos «vidas paralelas». De entrada,
me parece conveniente hablar someramente de una diferencia substancial entre
Puigdemont e Iglesias. El proyecto del primero ha fracasado por el momento,
mientras que el del segundo está por ver, todavía está por ver.
Primero. El hombre de Waterloo partió de una
quimera: la fortaleza del movimiento unitario independentista ganaría la
batalla –incluso marcó los plazos-- dado
el respaldo que adquiriría la internacionalización del conflicto frente a la
debilidad del Estado. El resultado es evidente: la fortaleza unitaria se fue
desfigurando y, bien pronto, apareció en escena no sólo la división sino el
enfrentamiento político en el seno del independentismo. Tampoco ha habido
internacionalización del conflicto. Más todavía, el hombre de Waterloo ha visto
cómo, en sus propias carnes y en las de sus correligionarios, la debilidad del
Estado era una ensoñación. El recurso itinerante para mantener el fuego sagrado
ha sido la continua metempsicosis (o sea, la reencarnación del
alma después de la muerte a otro ser vivo o a otro cuerpo inanimado en función
de los méritos alcanzados en la existencia anterior), cuya última expresión concluyó ayer en la fundación de la
Crida Nacional per la República, expresión de la
derecha independentista, según Esquerra Republicana de
Cataluña. Que no
sólo se ha negado a formar parte de este nuevo partido sino que lo combate
abiertamente.
De ahí que, aunque por el momento
no pueda contestar lo que afirma Zarzalejos --«Puigdemont es un líder
fallido»-- lo más relevante es que el
proyecto Waterloo sí es realmente fallido.
Segundo. En cambio no se puede decir con
tanta rotundidad que haya fracasado el
proyecto de Podemos. Puede parecer chocante que lo diga en unos
momentos de extrema dificultad, pero todavía –es un todavía que va a contrarreloj--
hay posibilidades de salir de esa zahúrda. Por lo que decir que Iglesias
es un «líder fallido» me parece excesivamente contundente.
Así pues, recuerden a Shakespeare: «Dueños de
sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las
estrellas, sino en nuestros vicios». (Julio César, Acto I, escena III). Con lo
que Podemos y Pablo Iglesias debería saber y corregir sus vicios.
Tercero. De lo
anterior infiero que los gritos de «¡unidad, unidad!» que se dan a favor de
Waterloo y de Podemos (hechas y salvadas las diferencias) solamente son conjuros inútiles contra el mal
de ojo. Ese grito, en tales circunstancias, es la continuidad de la división
por otros medios.
1)
https://www.elperiodico.com/es/politica/20190126/iglesias-y-puigdemont-liderazgos-fallidos-7268140
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