El
embrollo mental es una de las características de no pocas personalidades del
independentismo catalán. Podría ser una consecuencia del callejón sin salida en
el que se encuentran. Embrollo que ha conducido a una aporía en toda la regla.
A
este pelotón de desconcertados se ha sumado Dolors Bassa, que fuera Consejera de Trabajo con
Carles Puigdemont,
con unas declaraciones hechas en la cárcel de Puig de les Basses. Bassa (ERC)
ha dicho con claridad «No dejemos caer al Gobierno». Y argumenta instrumentalmente
que «el PP es mucho peor». Es una sensatez sobrevenida que, dadas las
circunstancias, vale su peso en oro. Es un mensaje de atrición en línea con los
sectores más realistas de su partido. Ahora bien, hasta aquí la cal. A
continuación viene la arena del pensamiento bífido del independentismo
acrisolado: «No soy partidaria de dar apoyo a los Presupuestos Generales del
Estado», que es un guiño a sus conocidos y saludados como quien dice que sigue
siendo de los nuestros. Del cogollo
independentista. Para finalmente entonar con los arpegios de La Parrala que, en todo
caso, «No le daría un no rotundo». La Parrala, sí; la Parrala, no.
Dolors
Bassa parece ser la escisión dramática en la que se encuentra el
independentismo: en su cabeza se agita una cosa y otra en el corazón. Es el
burro de Buridán. Pero también la ausencia de coraje intelectual por miedo al
qué dirán, a no querer ser señalado como traidor.
En
todo caso, ello no quita que nuevamente exijamos –en nuestro caso, sin miedo al
qué dirán— que está fuera de lugar el mantenimiento de Bassa y el resto de
presos en la cárcel. Y, simultáneamente, algo extremadamente inútil.
El
embrollo, decimos, está haciendo estragos en el independentismo. Sus líderes
más conspicuos intentan reformar el Reglamento del Parlament de Catalunya con
el objetivo de permitir que el hombre de Waterloo pueda ser investido a distancia como president de la
Generalitat. Otro despropósito. O mejor dicho, otra vuelta de tuerca para que
la llama no decaiga.
En
todo caso, me consuelo –triste consuelo— porque pensaba que tendría una vejez
rutinaria. No será así. Todo ello me tendrá en tensión, lo que, según mi equipo
médico habitual, me proporcionará distracción y fuerza de voluntad.
Nota bene. En la foto, Dolores Parrales
Moreno, más conocida como La
Parrala (Moguer, 1845-Sevilla, 1915),
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