Observad
bien la letra de Marcelino Camacho. Mejor dicho,
mirad atentamente el estilo de
Marcelino. No me refiero a la caligrafía cuidada, propia de un autodidacta,
sino a la puntillosa corrección de lo que ha escrito anteriormente. Tachaduras y más tachaduras para mejorar el texto, que después se pasará en limpio.
Lo que significa el esfuerzo mental por precisar los conceptos, dándoles una mayor claridad. De hecho, Marcelino escribía igual a cómo hablaba. Con esa pedagogía que se adquiere tras haberse esforzado en asimilar conocimientos y saberes.
Lo que significa el esfuerzo mental por precisar los conceptos, dándoles una mayor claridad. De hecho, Marcelino escribía igual a cómo hablaba. Con esa pedagogía que se adquiere tras haberse esforzado en asimilar conocimientos y saberes.
Esta
es una lección primorosa a quienes improvisan y sueltan ocurrencias al mayor
mayor, de manera estajanovista. Es la auto corrección permanente. Es el estilo
paciente de los grandes pedagogos de muchedumbres: Pablo
Iglesias y Anselmo Lorenzo, Joan Peiró y Giuseppe Di
Vittorio. De manera que la postal es también una clase de formación
sindical. Y política. (La foto es del Archivo personal de Marcelo Camacho, hijo del maestro).
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