Ni siquiera la invocación de Miquel Iceta --«Go, Hillary, go!»-- dio
resultado. El hombre rubio se salió con la suya en Norteamérica. Ni siquiera mi
visita ayer –como acompañante consorte de mi mujer-- a la exposición de Renoir en la Fundación Mapfre en Barcelona me quitó los
retortijones tras la fatídica noticia. Pero ¿cómo es posible que haya sucedido
tamaño desastre?, me decía mientras miraba sin ver los retratos y paisajes del
ilustre pintor. Habrá que esperar a gente entendida en la materia. Todavía es
pronto, me digo. Esperemos, pues.
1.---
De momento, me atrevo sólo a insinuar algunos elementos –incompletos, desde
luego— para ser tenidos en cuenta, en el caso de que tengan fundamento, en
posteriores reflexiones. Es posible que el insensato proyecto de medidas
económicas haya encandilado a millones de personas golpeadas brutalmente por la
crisis. La promesa electoral de la creación de 25 millones de empleos –igual
hubiera dado si el hombre rubio hubiera planteado cincuenta millones-- puede ser una de las claves. Especialmente por la vinculación de esos 25 millones de
empleos para evitar las deslocalizaciones de empleos a otros países y las
medidas anti inmigración. Un vínculo que, además, está en garrulo sentido común de millones de personas
del mundo entero.
Algunos
nos preguntamos qué cómo es posible que haya tantas almas de cántaro que crean
en la propuesta del hombre rubio. En primer lugar, porque esta idea absurda no
les viene “de fuera”, llámese del hombre rubio o de los lepenes y asociados del mundo; viene de la cabeza de cada
damnificado. Y hay algo más: así como cuando el desempleo arrecia nadie piensa
que le tocará a él, la promesa electoral provoca en el parado el espejismo de
que le tocará ser uno de los millones de beneficiados. Es, según se mire, una
variante laica de la predestinación religiosa. Los populistas lo saben.
El
hombre rubio ha manejado los resortes gástricos del populismo. Ahora bien,
¿todos los votantes del hombre rubio son populistas? ¿Los desesperados por el
desempleo masivo, los afectados por las deslocalizaciones –de mono azul y bata
blanca—son populistas? Que hayan estado profundamente desacertados no quiere
decir que lo sean. Son las víctimas de una situación dramática, cuya salida se
propone de modo milagrero, mediante tocomochos caballunos. Por cierto, siempre
me ha maravillado que millones de personas no tuvieran en cuenta los ejemplos
de estafas de gran o pequeño voltaje, las
pirámides financieras, los tocomochos y otras variantes de los engaños de
masas. Incluso cuando ocurrían en periodos de tiempo relativamente cortos. De
ahí que la pregunta --¿todos los votantes del hombre Rubio son
populistas?-- necesita una explicación
razonada, porque lo que venimos leyendo, incluso en comentaristas de cierta
prosapia, da la impresión que la respuesta es afirmativa.
2.---
No son pocos los medios de difusión que
han adelantado ya que habrá un aislamiento de los Estados Unidos y una
desestabilización de los mercados tras la victoria del hombre rubio. Me
perdonarán si un servidor ve las cosas de otra manera. Puede haber algún que
otro chispazo, pero la sangre no llegará ni la Mississipi ni al Guadalquivir.
Esta idea me viene consolidada tras el inteligente análisis de Manel
Pérez en La Vanguardia (1).
Dos
son los elementos que, a mi juicio, habría que estudiar detenidamente de lo
dicho por Pérez. De un lado, el hombre rubio defiende al big bussines y quiere recuperar la fuerza en el mundo de la América
corporativa. De otro lado, el jefe financiero de la campaña de Trump, Steve Mauchin, es un
banquero, que durante 17 años, fue uno de los más altos ejecutivos de Goldman Sachs. Algunos medios influyentes, empezando por el Financial Times –la Biblia del parné-- afirman que suena como Secretario del Tesoro.
Así las cosas, las turbulencias, si las hubiese, serán controladas, y –si se
quiere-- las mínimas para de
demostrar quién tiene la sartén por el
mando. Ayer, sin ir más lejos, la Bolsa de Nueva York celebraba la victoria del
hombre rubio.
3.--- ¿Qué repercusiones tendrá en Celtiberia y sus
alrededores la victoria del hombre rubio? Lo iremos viendo. Ahora bien, las
izquierdas celtibéricas y europeas deberían abrir los ojos, quitarse las
legañas nacionalistas, centrales y periféricas, y salir del solipsismo de campanario.
O sea, dejar de mirarse su ombligo que cada vez es más diminuto.
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