Hasta los más viejos socialistas
de todo lugar afirman no haber vivido una situación tan áspera como la que
están padeciendo desde el tristemente famoso Ok Ferraz. Más todavía, todo el mundo se teme
que lo peor está por venir. De un lado, los que se sienten agraviados empiezan
a organizarse, alentados por el instrumento de organización de la revuelta que
ha puesto en marcha Pedro Sánchez con su web; dicen que a Sánchez se le espera
en Xirivella a bombo y platillo como primera mascletà de una campaña que recorrerá los cuatro puntos cardinales
de la piel de toro socialista. De otro lado, la Gestora pone el ojo en avizor y
organiza eso que ahora llaman su posverdad. Sea como fuere, tengo la impresión
que, en esas condiciones, en vez de poner
en marcha un debate abierto y constructivo veremos una descomunal zahúrda,
tirándose los unos a los otros (y viceversa) los textos sagrados del viejo
Pablo Iglesias. O sea, pugnando por la posesión y pertenencia de las siete
llaves del sepulcro del padre fundador.
En esa situación las cosas están
así: unos ponen la rabia y otros disponen de la intendencia; unos cuentan con
san Pedro Mártir; otros disponen de medios e instrumentos. Sin embargo, ¿qué es
la sola rabia cuando se enfrenta a la física de los instrumentos? Más todavía,
¿Pedro Mártir podrá encauzar pro domo sua
ese complejo movimiento de insurgencia que existe en centenares de agrupaciones
socialistas? Porque si no lo hace, ese hervidero puede convertirse en pólvora
mojada. De hecho, sabemos desde el viejo Claudio Eliano, famoso retor latino (170 – 235), en sus Historias curiosas, que «las arañas ni
conocen ni quieren conocer el arte de tejer, ni su práctica, que son dones de
la diosa Ergane». Como todos sabemos, el arte de
tejer es una disciplina mayor que el de la costura, que corresponde a otra
diosa menor.
O sea, si la efervescencia de
esas agrupaciones respondonas no adquiere fisicidad, Pedro Mártir no se saldrá
con la suya. De momento, el monopolio de la costura está en los telares de
Ferraz.
En resumidas cuentas, la marcha
al inevitable congreso será una logomaquia, con los siguientes adobos: brazos
de madera, candados y otras pipirranas. Yo conozco esas situaciones: estuve en
algunas de ellas.
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