La vieja, aunque no fenecida,
sentencia de que «nadie se mueva si quiere salir en la foto» vuelve a tomar
carrerilla. Sabemos de buena tinta que el socialismo meridional debate si
exportar la sigla madre a Cataluña mañana o pasado mañana. Que no van de
chiquitas lo demuestra el hecho de que unas decenas de personas, dirigidas por
el versátil Julio Villacorta,
se reunieron el otro día en Barcelona preparando el terreno para recuperar la
vieja Federación socialista catalana del PSOE. Lo que, hablando en plata,
significaría que aparece en el escenario político un nuevo partido en Cataluña
en abierta disputa con el PSC. Primeras observaciones: pocos éramos en casa y
parió la abuela; la división en dos cachos de los socialistas catalanes que
vagamente recuerda la división de los comunistas catalanes a principio de los
ochenta del siglo pasado.
El grupo dirigente del
socialismo meridional parece contagiado por la vieja máxima: «destruye lo que
no controles». De esa manera indican que no están interesados en una paciente
síntesis sino en hacer tierra quemada del socialismo catalán. No creo ociosa la pregunta siguiente: ¿han
calibrado ustedes las consecuencias de esa operación? ¿han pensado en las
repercusiones que ello tendría en el socialismo meridional? Por ejemplo, si se
mantiene el golpe de mano andaluz ¿podría Susana Díaz aspirar a liderar el
PSOE?
Hay indudablemente gente en
Cataluña que está interesada en el rompimiento del socialismo catalán, incluido
un sector del PSC. Naturalmente Miquel Iceta y la Parlón necesitan algo más que
mano izquierda para impedir que se consume la operación. Y seguramente les
valdrá aquel consejo que daba Antonio Gutiérrez Díaz, El Guti, «hacer política con principios, no de principios». Cierto, ello no basta si no hay, por lo menos, una
arroba de inteligencia. Y, si me apuran, de lo que en apariencia es un
oxímoron: de firme flexibilidad.
Nadie con cuatro dedos de
frente debería dudar del desastre que significaría para la izquierda –no solo
catalana-- que el PSC acabara demediado.
Pero le corresponde a ese partido hacer política, incluso teniendo en cuenta
cómo están las cosas en el PSOE. Y mirar en lontananza. Por supuesto, también
al presidente de la Gestora, el melancólico Javier Fernández, le es exigible templanza y no dejarse
llevar por la polución que viene del socialismo meridional.
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