1.-- Potente artículo el de Antonio Baylos en su blog; su expresivo y rotundo
título es Cosas que no nos gustan (1): http://baylos.blogspot.com.es/2016/10/cosas-que-no-nos-gustan-i.html. Las fuerzas políticas de
izquierdas harán bien en meditar a fondo lo que indica el catedrático
castellano-manchego. Es sobre todo una observación fuerte a las fuerzas
emergentes echándoles en cara, amable y contundentemente, algunos infantilismos
que ya no sólo son inútiles sino contraproducentes. Helo aquí:
«No nos gusta que
las fuerzas emergentes del cambio político minusvaloren la potencialidad de lo
institucional democrático y sustituyan su impotencia en ese espacio por una
invocación retórica a la lucha y a la movilización social».
Lo compartimos. Es más, diremos
que resume brillantemente la filosofía política de la Escuela
de Parapanda, que se dice
heredera de las mejores enseñanzas de Togliatti,
esto es, la vinculación entre la acción colectiva y la presencia en las
instituciones democráticas. Es una premisa para –docet Bruno Trentin--
«transformar las cosas». Digamos, en un aproximado intento de aclarar el
asunto, que no se trata de una cuestión temporal –esto es, primero una cosa, la
movilización, y después la otra, la presencia en las instituciones. Es, dicho
con Einstein, el espaciotiempo. Espaciotiempo.
La simultaneidad de lo uno y lo otro en el espacio de la acción política.
2.-- Hace ya muchos años que se está poniendo en
entredicho el carácter y la forma del partido político. A pesar de tantas
sugerencias, no pocas de ellas desordenadas, el partido político insiste en
llamarse Andana. No sólo se resiste a escuchar las voces que le llaman a su
auto reforma sino que se pone tapones en los oídos para no escuchar nada que no
le venga de su auto referencialidad. De ello saco una primera (aunque
provisional) conclusión: de dicha sordera le vienen al partido político todas
sus patologías.
El partido –nos estamos
refiriendo al de izquierdas-- necesita
un profundo repensamiento y una auto reforma que le marque las reglas de juego
en su interior y en las relaciones con la ciudadanía. En ese sentido, entiendo
que hay una pre condición. Me atrevo a decir que sine qua non. A saber, la que el viejo Togliatti planteó en su
tiempo: «partido de lucha, partido de gobierno». Válida, a mi entender, tanto
cuando se está gobernando en las instituciones como en la oposición. Sin esta
pre condición –me permito ese descaro— no habrá reforma de la política, ni la
osada reforma de la sociedad que Trentin plantea con insistencia en toda su
obra. Me pongo en jarras y pregunto: ¿es una propuesta antigua? Por supuesto,
tan antigua como física de partículas. Ahí está la física de partículas viendo
pasar el tiempo como la calle de Alcalá.
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