-- Se lo voy a probar a usté ahora
mismito, y si no, fíjese usté: Una parroquiana, ¿qué es sino un bicho? Y la
labia, ¿qué es sino un capote? ¿Y qué si no un estoque la vara de medir?
-Sí, pudiera ser.
-- Embustero, no me has dicho, que la cabra estaba harta y ha vuelto en
ayunas. -Cogió encolerizado la vara de medir, y le echó de la casa
dándole de palos.
(Hermanos Grimm)
Las varas de medir en política
suelen ser bastante sorprendentes. Depende de quién use el significante su
significado se orienta en una u otra dirección. A Pedro
Sánchez se le machaca con la versatilidad del uso de ese chisme antiguo
que es la vara de medir. Y ya, a estas alturas, nada tiene de chocante que un
cualificado grupo de sus compañeros (y, sin embargo, enemigos) la vara sea más
chata o más larga, según las circunstancias y las conveniencias. La cosa
arrancó en el impreciso momento del «alea jacta est» que, en algún lugar
todavía no fijado con precisión, gritó en re sostenido el primer dirigente formal
del PSOE. La respuesta de la fracción Viejas Glorias se encarnó doblemente en la vara: en la de
apalear y en la de medir.
Veamos, la vara de medir que
usan los Viejas Glorias ante unas elecciones autonómicas en las que han salido
malparados es de Pedro Sánchez y sus mesnaderos. Ahora bien, cuando los
resultados en esos ámbitos han salido bien o, por lo menos, regular la vara de
medir cambia de carácter; entonces la
responsabilidad de la victoria –o lo que se entiende como tal-- recae en el señor de ese merinazgo,
comúnmente llamado barón o baronesa, si es el caso. Es decir, se ha pasado de
lo que antiguamente se llamaba «lógica de partido» a «lógica de fracción». Que
ni la una ni la otra tengan relación con la disciplina que pergeñó Aristóteles es cosa sabida.
Pronto veremos la puesta en
escena de una ruidosa lógica de fracción, hasta ahora lo que prima son
pespuntes contra Sánchez, y de la cantidad de ellos saldrá la ´cualidad´ de la,
en ciernes, lógica de fracción. Tras las
elecciones gallegas y vascas de ayer el PSOE entra en la lógica de la fracción,
en un proceso de desorden interno como no se recuerda en la historia reciente
de ese partido. Que se verá desgraciadamente favorecido por la convocatoria
aturrullada de primarias y congreso extraordinario. Y es que el primer plano
(la investidura o, en su caso, la convocatoria de nuevas elecciones) ha sido
desplazado por esta gigantesca reyerta. No hace falta ser muy lince para intuir
que Rajoy y los suyos saldrán, como dice Rodríguez de Lecea, «reforzados por defecto» en su crónica de hoy.
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