martes, 13 de septiembre de 2016

El olvido de Pablo Iglesias El Joven




Antes del tercer día Pablo Iglesias El Joven rectificó. Ello no le equipara necesariamente a ser  un sabio como estipula cierto refrán que viene de antiguo. Iglesias corrigió el olvido, voluntario o involuntario, de haber dejado a Alberto Garzón sin ninguna portavocía en comisión alguna del Congreso de los Diputados. Ni siquiera en la de Economía. No es irrelevante ese olvido. Entiendo que, antes de decir aquello de ´pelillos a la mar´,  es conveniente que Iglesias, al menos privadamente, dé las oportunas explicaciones, como mínimo para restablecer una aproximada confianza, ya sea real o figurada.

Una primera (aunque aventurada) suposición es que el olvidadizo Pablo Iglesias considera a IU como una prótesis de uso contingente, sabiendo la necesidad que tiene Garzón de vivir realquilado.  Que haya corregido el aparente descuido no contradice esta hipótesis. Lo decimos porque incluso las amistades instrumentales requieren la observancia de ciertos códigos para no encabritar las relaciones mutuas.

En resumidas cuentas, creo pertinente que se sepa  cuál es el quid de la cuestión porque, si se deja para un inconcreto mañana, se reincidirá en el olvido. Y, desde Pericles, sabemos que este tipo de olvidos no existe en la política.

Ahora bien, algo poco claro rodea al olvido de Iglesias. A saber, ¿en qué lugar físico –comisión o grupo de trabajo-- se aprobó en principio dejar a Garzón sin portavocía? ¿nadie le hizo ver a Iglesias que estaba metiendo la pata hasta el corvejón?


A modo de moraleja: no le dejen pasar ni una a Iglesias. Y, en todo caso, denle rabillos de pasas

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