domingo, 27 de diciembre de 2015

El Psoe y su «razón bronquista»




Los dirigentes del PSOE con mando en plaza tal vez no hayan caído en la cuenta de que su partido necesita un tiempo relativamente largo de estabilidad si quiere ser un factor determinante en la vida política española. Que en un plazo tan breve hayan paseado su soledad los equipos de Zapatero, Rubalcaba y ahora Pedro Sánchez no parece que les esté preocupando demasiado. Es cierto que no puede entenderse la renovación o puesta al día del Psoe a golpe de recambios en las alturas, pero en un partido tan verticista como él no parece irrelevante la figura del secretario general. Y sin embargo vuelven a correr vientos de fronda en el campo socialista.  Ahora esa estabilidad parece más necesaria.

El Psoe se había acostumbrado a la irrelevancia de los partidos que estaban a su izquierda. Y en esa rutina se instalaron sin mover las paredes del edificio. Según ellos, en la izquierda española todo estaba definitivamente dado. Según esa lógica el resto de la izquierda era  un minifundio de secano. Hasta que apareció un correoso competidor. Se trata de un nuevo sujeto político que, aunque todavía debe demostrar una biografía consolidada, propone la inquietante y probable posibilidad de adelantar al PSOE, el llamado sorpasso.

Cuando el sistema bipartidista ha recibido un zarpaz y cuando el Psoe ha cosechado unos resultados muy insatisfactorios, los socialistas están reaccionando con su tradicional «razón bronquista». Que choca de bruces con la «razón pragmática» que indica que, sin estabilidad, las organizaciones se van despeñando paulatinamente por el barranco hacia la irrelevancia. Ni qué decir tiene que no equiparamos la estabilidad a las aguas estancadamente pantanosas, sino al necesario sosiego interno para crecer y multiplicarse. La «razón bronquista» es esa situación hobbesiana de casi todos contra todos.

Cada vez que Pedro Sánchez habla –por lo general con inanes tautologías--  responde el susanato (una institución que va más allá de la señora baronesa) recordando que ella es ella y sus circunstancias. Ahora, no obstante, con motivo de la pomposamente llamada “política de alianzas” el susanato se ha visto acompañado de otras baronías. Según parece el redentorismo andaluz cuenta ahora con más acompañantes.

Pero hay una novedad: al parecer se ha quebrado un tanto la situación de Westfalia. Como es sabido, en tiempos muy antiguos en Westfalia se acuñó un dicho: el famoso «cuius Regio, eius Religio». Que traducido para lo que comentamos sería aproximadamente: los afiliados socialistas de una región deben tener la misma fe y creencias que su barón. Algo que, con sus más y sus menos, regía hasta la presente con pocas complicaciones.

La novedad, decimos, es la siguiente: los barones que acompañan al susanato están siendo parcialmente contestados por otros jefes de sus propias mesnadas. Lo que amplía la razón bronquista hasta unos recovecos que, hasta la presente, estaban en una pacífica expectativa.

Conclusión: quien se alegre de esa zahúrda está en la inopia.

  

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