Primer tranco
Sostiene Enric Juliana con palabra sosegada y sin levantar la voz que en el
documento programático de la coalición electoral Junts pel Sí
la «república catalana» aparecía en tres menciones y medio escondidas; añade,
además, que la expresión «desobediencia al Tribunal Constitucional» ni siquiera
aparece (La Vanguardia de hoy). Así
pues, si tan solemnes palabras escénicas (en el sentido que Giuseppe Verdi le daba a parola scenica), podemos establecer la siguiente hipótesis,
basándonos en el rastreo que Juliana ha hecho de dicho programa electoral: una
cierta parte del electorado de la coalición no ha votado exactamente lo que más
tarde aparecía como el resultado de la voluntad de los electores en el
documento conjunto de los allegados de Artur Mas y la familia de la CUP, ahora ya con formato
parlamentario. Digamos de paso que quien
afirme que el periodista embarulla las cosas tiene todas las de perder. Mi
conclusión es, pues, que se ha hecho a queriendas y sabiendas una
interpretación torticera del programa electoral. Lo que hace que la llamada
hoja de ruta del famoso procés esté
plagada de truculencias a mayor gloria de la independencia.
Por otro lado, Antoni Puigverd acierta cuando –hoy en su artículo Examen en La Vanguardia-- que «el independentismo no fue determinante
en la gran manifestación de rechazo a la sentencia del Tribunal Constitucional»
(verano de 2010). Digamos que tampoco Puigverd, persona temperada donde las
haya, jamás ha sido visto como un enredador. Sin embargo, los Partido Apostólico y sus
piquetes electrónicos, también de manera torticera, prefirieron interpretar la
manifestación como un volcán independentista. «A bodas me convidas», debió
decirse Artur Mas, que en aquellas calendas estaba en la oposición. Mas y los
suyos vieron la oportunidad de «acumular fuerzas», dice Puigverd, y aquellos
(los apostólicos) tuvieron la excusa de aprovecharse de la parola scenica de la independencia. Digamos que la acumulación de
fuerzas que fueron creando exitosamente los independentistas coincidió en el
tiempo con un debilitamiento de los sujetos sociales, tradicionales o de nuevo
estilo, que en algunos casos dieron la impresión de actuar como figurantes estéticos del procés. Más todavía, mientras se operaba
dicha acumulación de fuerzas se iba produciendo la acentuación de contrastes,
algunos no menores, entre organizaciones ´hermanas´, políticas y sociales, de
–por decirlo de una manera plástica--
Madrid y Barcelona.
Segundo tranco
Dicen que nada es imposible en
este mundo. No obstante, veo muy difícil salir de esta situación. Si es a
través de un pacto –más bien sería un apaño--
¿con qué contenidos y qué garantías tendría de una razonable ´esperanza
de vida´. Si es mediante una solución intervencionista ¿qué garantías tendría
de evitar una mayor acumulación de fuerzas independentista? Ahora bien, para que haya pacto o apaño tiene
que haber fuerzas políticas dispuestas a ello, ni veo inteligencia y cintura
políticas para ese menester; es claro que ahora o no existen o no quieren esa
vía. Sin embargo, para la intervención sí hay fuerzas que, en mayor o menor
medida, están dispuestas a ello. De todas formas, sin pacto o apaño, el asunto
se enquistará, dejando el conflicto no ya latente sino en pública y aflorada
ebullición.
Entiendo que estamos ante un
callejón (casi) sin salida. Porque si se explora la vía del pacto o apaño, una
de las salidas sería que decidiera la ciudadanía de Cataluña. Hipótesis a: que
ganaran las fuerzas independentistas, ¿qué sucedería? Hipótesis b: que venzan
las fuerzas contrarias: ¿cuál sería el tiempo de vigencia del convenio? Por lo
demás, habría partidos que orientarían al voto diciendo que quieren la
separación. Pero dentro de la izquierda ¿habría quien seguiría jugando al ratón
y al gato no precisando qué orientación clara, no refugiándose en la libertad
de voto, piden al electorado? Es decir, sin parola
scenica.
En todo caso, lo que me parece
que no admite duda es que, mientras dure este follón caballuno, los problemas
sociales seguirán a la Luna de Valencia. Razón de más para urgir una solución
eficaz y de largo recorrido.
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