Hoy en Renault de Valladolid.
El conseller de Economia i Coneixement, Andreu Mas-Colell, ha manifestado que
"de la CUP podemos aceptar dos votos para la investidura de Artur Mas como presidente, pero no sus condiciones"
(1). Nótese que este artículo a la revista digital Ara está fechado el 15 de
noviembre pasado.
Las referencias que teníamos de la incomodidad
de este Conseller –sin duda el de mayor nombradía en el escenario mundial por
sus importantes actividades científicas en el campo de las Matemáticas y la
Economía-- podían ser interpretadas como
especulaciones o suposiciones de determinados cronistas o meras habladurías.
Mas-Colell ha preferido dejar clara su opinión a través de un artículo, y no de
unas declaraciones; de esta manera nuestro hombre evitaba que el esforzado
periodista pusiera algo de su propia cosecha.
Ocurre, no obstante, que ese «no poder aceptar
las condiciones de la CUP», que dice el famoso conseller, es posterior al hecho
de que el President ya las había hecho suyas de manera desparpajada. Y también
es posterior al hecho de las nuevas ofertas en la segunda sesión de investura,
que cosechó otra negativa –rotunda, aunque tranquila—
de la familia cupera. ¿Se trata de un desliz de un sabio despistado? No, padre.
Es una declaración en toda la regla de profundo desacuerdo desde la postura de
este conceller al proceso independentista, al menos formalmente. Lo que en todo
caso no evitará una acusación de no ser pata
negra del dicho proceso, porque
tradicionalmente (en todas las cofradías políticas) se exige la fe del
carbonero o, por lo menos, lavar la ropa sucia dentro de la hermandad. Y si hay
goteras en la casa soberanista es recomendable llamar a un albañil de toda la
confianza. Cosa que no ha hecho el famoso conseller, cuya espingarda ha avisado
a la comunidad internacional del peligro que conlleva la actitud del presidente
de pactar –gratis, además-- con el
enemigo de clase, la CUP. Todo un cogotazo a la diplomacia de becarios de la
Generalitat de Catalunya.
Una CUP que ahora es acusada por el bueno de Quico Homs, primero de la
lista convergente –disfrazada ahora de Democràcia i Llibertat, para infundir
menos sospechas en las próximas elecciones generales-- de «suspender políticamente la resolución de
independencia, no el Tribunal Constitucional» (2). Lo que sin duda ha provocado
un herpes zoster en los parciales de Antonio Baños. Pero tampoco es descartable la siguiente
hipótesis: el inefable Homs puede haber encontrado la excusa para, situado el
responsable de la suspensión de la famosa «resolución» en la CUP, para volver a
la conexión y –sacando pecho-- decir que
hasta aquí hemos llegado, hemos hecho todo lo posible, pero esta muchachada de
los anticapitalistas nos han dejado tirados en la cuneta. Un argumento para que
Pécuchet pueda negociar con Bouvard (3).
Me permito un consejo al president de la
Generalitat, completamente gratis y, por lo tanto, sin iva: lea usted el libro Ética i educación per a governants. Su
autor fue un sabio persa, Abdalah ibn Almuqaffa, de tiempos antiguos que ha traducido Margarida Castells Criballés al catalán más bello que yo he leído en mi
vida.
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