jueves, 2 de mayo de 2013

ESTE PRIMERO DE MAYO Y EL VERBO DE LA PROTESTA


Primero de Mayo en Plasencia.



… y el verbo de la protesta volvió hacerse carne en este Primero de Mayo. Y, como en las últimas ocasiones, dejó de ser una acción colectiva de abstracto simbolismo, de ritualidad obligada, como  quien dice: la lírica no está, ustedes dispensen, para perifollos.  ¿Habrá que decir que el sujeto convocante ha sido el sindicalismo confederal? Claro que sí. Son tiempos que requieren que se recuerde lo obvio. Porque una de las impertinencias de algunos analistas es ningunear la paternidad de los sujetos que promueven la protesta, especialmente cuando es el sindicalismo quien las promueve. En estos casos la acción colectiva aparece como «huérfana», sin mentores y reducida a la «espontaneidad». Es un subterfugio que intenta oscurecer la representación y la representatividad del sindicalismo confederal.

En este Primer de Mayo se ha acentuado la tendencia que ya pudimos ver el año pasado: no han salido a la calle solamente las grandes capitales de provincia; se han vuelto a incorporar a la acción las ciudades de mediana población –la foto que preside esta entrada es la manifestación de Plasencia, que nos ha enviado Miguel Coque Durán, dirigente sindical extremeño--   que han querido exteriorizar también su protesta. Esta descentralización es, además y sobre todo, otro botón de muestra del «sindicalismo de proximidad»: la familia sindical no es sólo la que aparece en las imágenes televisivas (siempre tan cicateras) sino que la tenemos aquí, en esta ocasión en Plasencia y en otros tantos lugares. Más todavía, cada persona que acudió al acto de protesta pudo decir: «yo también formo parte de esa familia, yo no estoy en silencio». De ahí el orgullo de Miguel Coque que, en su mensaje, me dice:  «Después de más de 20 años sin celebrar un 1º de mayo en una ciudad como Plasencia, de 40.000 habitantes, los cierres de empresas, y los casi 6.000 desempleados nos han devuelto a la realidad. Podremos con el miedo de los sacudidos por la crisis, podremos contra la vergüenza que sienten los desclasados por lanzar un grito de justicia, podremos porque somos más y porque siempre fuimos la sal de la tierra». 

En puertas del Primero de Mayo escribíamos que, como mímino, son necesarias tres condiciones para derrotar esta política que está causando tantos estragos: «1) una participación mayor de la ciudadanía en la protesta,  2) una relación explícita de los movimientos sociales con las izquierdas políticas y 3) la explicitación de un programa que sea un común denominador» (1). Pues bien, la primera condición está avanzando, aunque todavía no es suficiente. En todo caso, ahí está Plasencia y todas las plasencias que han ocupado las calles y plazas de la geografía.

 

 

(1) EL DESAFÍO DE ESTE PRIMERO DE MAYO


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