«¿Cómo
es posible que en la patria de Bach y Goethe, Beethoven y Schiller, Thomas Mann
y Albert Einstein surgiera aquel nazismo?»,
se preguntaba mi padre genitor Pepelópez, pensando que en esa cuestión no había
caído antes nadie. Mi padre adoptivo, el maestro confitero Ferino Isla, añadía
que él se hacía cruces y no entendía cómo en la patria de Dante y Petrarca,
Miguel Ángel y Rafael, Rossini y Verdi, había cuajado el fascismo. Y un
servidor, con quince años a la espalda, les acompañaba diciendo que tres cuartos
de lo mismo nos pasaba a nosotros: en las tierras de Garcilaso y Cervantes,
Albéniz y Falla, Federico y Juan Ramón, surgió y mató aquella pipirrana tóxica
entre Hitler y Mussolini haciendo estragos en media España. Nosotros tres no teníamos
respuesta a una pregunta que tal vez estaba mal planteada. Pero no sabíamos
más.
Ahora
podría añadir que en la patria de Mosén Cinto Verdaguer y Gaudí, Pau Casals y Espríu
ha habido y algunos colean ad nauseam movimientos parafascistas, fascistas,
totalitarios. ¿Cómo es posible, me pregunto? La vejez no me proporciona mejor
información sobre por qué han sucedido estas cosas, Cataluña incluida.
El
martes pasado un grupo, posiblemente la vanguardia más aguerrida de la filoxera
independentista, reventó literalmente un acto de homenaje a las víctimas del
cruel atentado yihadista en Barcelona hace cinco años: son los agentes in rebus, que sigue en barbecho,
del fracaso del procés. Esperaron al minuto de silencio para proferir
gritos que nada tenían que ver con la solidaridad con las víctimas de aquel
atentado, a los que incluso afearon que estaban blanqueando las
responsabilidades del Estado español. ¿Gente descerebrada? Tal vez, pero esta
hipótesis no lo explica todo. Sobre todo porque, en un momento dado, aparece Laura Borràs, recientemente
desposeída de la presidencia del Parlament de Catalunya, repartiendo besos y abrazos
entre sus correligionarios vocingleros. Así pues, ¿de dónde sale esa
infracultura, esa gente de malicia? Seguramente de los establos de Augiás. Pero
decir esto no completa la respuesta.
Por
cierto, en lo último que hubieran pensado Pepelópez y el maestro Ferino es que
eso pudiera pasar en Cataluña. Menos todavía lo hubiera entendido el pintor paisajista
Yebra, de granadinísima memoria, que siempre me
decía que ´los catalanes eran muy formales´. La mayoría maestro Yebra, solo la
mayoría.
P/S.---
En la foto el pintor granadino Enrique Villar Yebra, el último bohemio.
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