domingo, 21 de noviembre de 2021

La política catalana es «La casa de tócame, Roque»


 

El Parlament de Catalunya está discutiendo las cuentas públicas de la Generalitat. La casa de Tócame Roque es un lugar más ordenado que el mencionado parlamento.

Lo primero que se destaca de este debate de los Presupuestos es su nula vinculación con los problemas de la sociedad. Lo que prima es qué martingalas hay que hacer, qué fritangas deben ponerse en la sartén para que sean aprobados; lo segundo  que podemos apreciar es la ruptura del bloque secesionista: Esquerra se orienta hacia el sudoeste, los de Waterloo se dirigen al nordeste y la CUP ya va llegando a Pénjamo, quebrándose el nuevo ensueño del 52 por ciento independentista. Con todo, nada está decidido definitivamente, pues en la casa de Tócame Roque los chicoleos tienen principio pero no final. Así es que puede ocurrir cualquier cosa en tan sorpresivo lugar. De ahí que no nos atrevamos a hacer un pronóstico.

Cataluña es, hoy por hoy, el ejemplo más expresivo del gato de Schödinger, la famosa paradoja cuántica que nos dice que una cosa (puede ser un gato) puede estar vivo y muerto simultáneamente. Por lo que los Presupuestos catalanes pueden acabar vivos y muertos al mismo tiempo, aprobados o no contemporáneamente.

Es la «Cataluña acéfala», que le oí un día decir a Joan Coscubiela.  No sólo de dirigencia política de tal o cual  partido, sino de todos ellos: así los del gobierno, independentistas, como de la oposición. Y es que entre los destrozos del procés, está también la profunda herida en toda la política catalana: en la Casa de tócame Roque, quiero decir.  


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