Desde
cuando me salió la muela del juicio vengo oyendo hablar a los máximos
responsables del Banco de España de la toxicidad de los aumentos salariales y
de la reducción de los horarios y tiempos de trabajo. Es como si no se pudiera
ser presidente de dicha institución si en tu genoma no existe una aversión
patológica a tales cuestiones. Y más en concreto: da la impresión que ostentan
su (fingida) independencia exhibiendo su tirria a los aumentos salariales. No
importa que los datos hayan demostrado la falsedad organizada que estas autoridades
y sus hoplitas han propalado durante décadas y décadas. Siempre es el mismo
teologúmeno: un incremento salarial perjudica el empleo; la reducción de la
jornada laboral perjudica a la economía y, por ende, a los puestos de trabajo. El
método de la falsación que proponía Popper les daría en los hocicos a estas
autoridades.
Hoy,
sin embargo, Philip Lane, economista—jefe del Banco Central Europeo les da una
lección a sus colegas de los bancos nacionales. Lane –lo habrán notado ustedes-- no es un hombre habituado a la pancarta
y a la octavilla. Así pues, prestemos atención
a lo que dice hoy en El País, página 48. (1)
Preguntado
por el entrevistador, Lluis Pellicer, si está preocupado por el incremento
salarial que piden (un 4%) algunos sindicatos alemanes, su respuesta habrá
escandalizado a toda la ristra de presidentes del Banco de España, así a los
vivos como a los muertos.
Lean
ustedes la respuesta de Philip Lane. Primero, no repite el sagrado mantra de lo
pernicioso de las subidas; segundo, nos recuerda que las subidas salariales
deben tener en cuenta toda una serie de vínculos, tales como la productividad y
la competitividad. Más o menos lo que oficialmente han dicho los sindicatos tras
abandonar aquella chuminada de que el salario es una variable independiente.
Repito:
Lane no es un inflitrado de Comisiones Obreras, ni de UGT.
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