Solo
Andreu Claret ha levantado la voz. Y sin
embargo, la cosa es tan pública como
que el rio Llobregat desemboca en forma de delta en los mares mediterráneos. El
prestigioso periodista nos dice en su cuenta de Facebook: «Vic, la ciudad de
los Santos. Una de las plazas más icónicas de Cataluña ha aparecido cubierta de
una bandera negra gigante. Algunos se habrán estremecido, pero los
independentistas más tibios lo han
celebrado. Es la llamada ´estelada negra´, un símbolo vexicológico que quiere
representar la lucha sin tregua ni cuartel. Es, para entendernos, lo opuesto a
la bandera blanca, la de la rendición. …» (La traducción del catalán es de un
servidor). La bandera del indepedentismo filibustero.
No
es ningún secreto: la acción es cosa
de los llamados comités de defensa de la república (cdr), que llevaban cierto
tiempo sesteando en los cuarteles de invierno. Pero la autoría es lo de menos.
Lo esencial es que, en pleno contexto de incertidumbre electoral, surte efecto
la tristemente célebre arenga del «Apreteu, apreteu» que lanzó aquel irascible Torra, vicario de Waterloo, a sus mesnaderos.
Bandera negra, sin paz, tregua ni cuartel.
Lo
esencial es que las bandas escuadristas –«prietas las filas, recias, marciales»--
se han aposentado en el independentismo y, en concreto, en la encomienda de Puigdemont. Lo chusco es
que el banderazo de Vic no se dirige contra Madrid. Apunta a ERC diciéndole que ellos no
se rinden. Es, además, un aviso al priorato de Junqueras: ojo con lo que haces
después de las elecciones. Y sin embargo, Aragonès (que se llama honrosamente García de
segundo apellido) está tomando prestado el ropaje verbal de Waterloo en estos
días. Aragonès García en su laberinto.
Lo
esencial es que, tras el fracaso del procés,
el independentismo se ha ido
desagregando, convirtiéndose en maquetas de grupúsculos, que compiten entre sí en
la exhibición de quien tiene el escroto más peludo. Virilidad de gatillazo, sin
embargo. En resumidas cuentas, las sonrisas –sinceras o forzadas-- de los primeros momentos han sido
substituidas por las muecas y el abordaje de los escuadristas: «Apreteu,
apreteu», les conminó el nieto político de los Dencàs y cía.
En
Vic, la ciudad de los Santos, ha reaparecido la bandera negra. La que no se
rinde. (Oiga, hagan la prueba; pongan un fajo de billetes en las manos de los
escuadristas y verán cómo se cambian las
tornas: de la Cançó d´amor i de guerra pasarán a cantar Montañas nevadas).
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», enseña don Venancio
Sacristán.
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