Pablo
sale ganando. Pedro sale ganando. La izquierda sale ganando. De acuerdo,
todavía no se pueden lanzar las campanas al vuelo. Pero el gesto de Iglesias es
una condición necesaria, aunque no suficiente, para avanzar en la investidura
de Sánchez. De momento, el alma chusquera de las derechas finge, siguiendo la
prédica del pintoresco Villegas, que todo es
«teatro». Es la derecha española siempre
reacia a admitir que toda circunferencia es tres catorce dieciséis veces mayor
que su diámetro.
Cierto,
ahora viene una fase complicada: programa, composición del gobierno y nombres.
Comoquiera que el papel lo aguanta todo –o casi todo-- las complicaciones
vendrán por quiénes se sientan en la mesa ovalada de cortar el bacalao. Estoy
por presumir que no se hace un gesto de la importancia de lo que ha hecho
Iglesias para encallar las cosas, por lo que no habrá grandes dificultades a la hora
de formar el gobierno. Así pues, no me imagino a Podemos proponiendo a Monedero como ministro. Y es posible que Iglesias
sea extremadamente cuidadoso proponiendo nombres de ministrables, sean o no
pata negra, tan prestigiosos como Julio Rodríguez o Juan Pedro Yllanes.
P/s. Le comento estas ideas a un militante local
de Podemos. Me dice que no entiende que Iglesias se haya tragado el sapo del
veto, un atentado al honor. Le respondo que, desde la paz de Brest Litovsk, el
honor se escribe en prosa. El militante no sabía que esa paz fue el sapo más
grande que Lenin se tragó.
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