"El
tiempo pervertido” es el sugerente título de un libro de Esteban Hernández. El subtítulo es no menos
desafiante: “Derecha e izquierda en el siglo XXI”. Lo ha edipublicado la
siempre inquietante editorial Akal.
El
viernes pasado se presentaron en casa mis sobrinos Javier
Aristu y Javier Tébar. Me trajeron un
regalo, concretamente el libro de Hernández, que les venía recomendado por
amigos comunes. Escritura ágil. No hay lugares comunes ni tópicos. De momento,
muy buenas impresiones. Ya veremos más adelante. De repente me topo en el
capítulo segundo con lo siguiente: «La diferencia respecto del pasado, el gran
desafío, consiste en que no resulta posible leer de forma predecible ni la
dirección ni la intensidad de esas transformaciones. La biotecnología, el blockchain, la geoingeniería, a realidad
virtual aumentada, la inteligencia artificial en sus múltiples expresiones, la
nanotecnología, la ciencia de materiales, la computación cuántica o las
impresoras 3d someterán a la sociedad a shocks profundos, que serán imposibles
de asimilar pautadamente. Cada cambio llevará a nuevos terrenos distintos por
completo de los anteriores».
Cierro
el libro, tomo notas y le doy vueltas a la cabeza. Posiblemente mis amigos me
han regalado el libro para olvidarme de las calores caniculares. Desde luego,
lo han conseguido. Les quedo agradecido.
No
es la primera vez que leemos algo así. Ocurre, no obstante, que en este texto
hay una enorme contundencia que nos pone en guardia. Me asalta una inquietud:
qué piensan los sindicalistas europeos de todo ello. Lo digo porque no he visto
nada sobre el particular en el reciente (y casi secreto) congreso de la Confederación Europea de Sindicatos. Un congreso
que, en todo caso, ha seguido una máxima sabia: «Si no vas a decir nada nuevo
procura ser discreto».
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