Ya
falta menos para la sesión de investidura. El gesto de Pablo
Iglesias está facilitando las cosas. Mientras tanto, el triángulo escaleno
de las derechas se ve aquejado de unos fuertes cólicos misereres. En política
se está para eso: para lo bueno y para su contrario.
No
será fácil la composición del gobierno. Hay demasiadas variables que lo dificultan.
Por ejemplo, una vez más Cataluña. Me explico: Pedro Sánchez volverá a situar
ministros catalanes. Pablo Iglesias, de
igual manera, intentará lo mismo. Los puntos de referencia son obligados para
unos y otros, dados los matices, contrastes y desencuentros en la cuestión catalana.
Vamos
a decir las cosas con claridad: no sería acertado que Podemos propusiera a Jaume Asens o Gerardo
Pisarello como ministros. A lo largo de los últimos años se han
significado por la confusión más inescrupulosa con unas posiciones políticas
procesistas que han provocado un profundo malestar en sectores de los Comunes.
El problema, pues, no es que el PSOE los ve con desagrado, sino que en sectores
de su propia formación concitan desconfianza. En los Comunes hay, en todo caso,
dónde escoger.
Señalo
el nombre de Joan Coscubiela. Díganme los dirigentes de Comunes qué
impedimento habría para proponer ese nombre. Cuestión distinta es que
Coscubiela dijera que él está tranquilico en su actual puesto de combate. Ahora bien, vale la pena insistir en el nombre
y argumentar su por qué. Las relaciones entre el Gobierno y los sindicatos no
serán fáciles. Los temas pendientes son peliagudos y de complicada digestión.
De ahí la necesidad de recurrir a una persona que, en su biografía, hay
importantes logros sindicales y un meritorio quehacer político.
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