Ya lo saben ustedes: ayer se
eligió la Mesa y la Presidencia del Parlament de Catalunya. Tal como están las
cosas hemos de decir que no hubo (casi) ninguna sorpresa. Lo que previamente
había sido apalabrado por la formación de Artur Mas y sus hologramas fue a misa. Por
comodidad expositiva nos referiremos a la presidencia, que recayó en la señora Forcadell. La presidenta
recibió los votos de Junts pel Sí, la CUP y de cinco diputados del grupo que lidera
Lluis Rabell. Esto
último fue la casi sorpresa, aunque –hablando con mejor aproximación-- cabe decir que fue una aparente sorpresa. Hasta
ahora tenemos dos explicaciones de esa orientación de voto de esos cinco
diputados: una del mismísimo Pablo
Iglesias, el Joven, que se siente autorizado para hablar de tal
cuestión; otra, del mismo Rabell.
Nos dice Iglesias: «Se trata de
un gesto de apoyo a las instituciones». (El País, página 18, de hoy). Entiendo que --dicho así, literalmente— es un
cantinfleo que no resiste argumentación alguna. Veamos, las otras figuras por
las que podía haberse optado (votar en contra o abstenerse) tiene la misma
cualidad de apoyo a las instituciones. Ni más, ni menos. Presumimos que el
politólogo Iglesias lo sabe como lo saben los gauchos de las Pampas lejanas.
Para mayor abundamiento, votar a favor o en contra de la presidencia de la
Generalitat de Catalunya a Artur Mas es simplemente una opción política, no es
un gesto de apoyo o su contrario a las instituciones.
Por su parte,
Lluis Rabell responde sobriamente que
dicha orientación de voto –entre ellas, la suya-- responde a un gesto de «buena voluntad» (La Vanguardia, página 18, de
hoy). Entendido, a pesar de no haberse argumentado. Por ejemplo, ¿a qué buena voluntad se está refiriendo el líder formal de la coalición CSQEP?
Volvamos a
lenguaje de Pablo Iglesias el Joven. A lo dicho anteriormente añade lo
siguiente: «Eso sí, que a nadie le quepa duda, Podemos jamás va a apoyar a un
Gobierno en el que esté una de las formaciones políticas que se han convertido
en una trama corrupta. Ninguna al respecto». Abro un paréntesis: expresado de
esa manera Iglesias está tildando también a Esquerra Republicana de Catalunya de ser una
trama corrupta. ¿Tiene pruebas, es un pronto, es otra manera alocada de hablar
por hablar? Cierro paréntesis.
Con todo, no
entendemos bien por qué Iglesias relaciona el voto afirmativo de un grupo de sus
parciales a Forcadell con el no duden ustedes que no votaremos a Mas, a ninguno
de sus consejeros y, por lo que se deduce de su lenguaje, a Esquerra
Republicana. Especular
sobre esta cuestión correspondería, tal vez, a los pablólogos. En todo caso, si
vivimos para verlo tendremos ocasión de saber una pizca más. Mientras tanto, me
pregunto: ¿por qué he de creer a Pablo Iglesias, el Joven? Porque, para un
servidor, todavía es un misterio que la rosa de Alejandría sea colorada de
noche, blanca de día.
Por lo demás, me interrogo si
eso de votar a favor un grupo y otros no es realmente un signo de buena voluntad,
de ambigüedad o de que tu mano derecha no sepa lo que hace la zurda.
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