Ya saben ustedes los últimos
apuros del presidente en funciones de la Generalitat , Artur Mas, y de su partido, Convergència
democrática de Catalunya. Es el tristemente famoso caso de corrupción, conocido
popular y mediáticamente como del 3 por
ciento. Tras las detenciones de los tesoreros del partido, los registros en
ayuntamientos y sedes de empresas por orden del Juez y un alto cargo
institucional, Artur Mas ha comparecido en el Parlament. Su reacción, ya lo
hemos comentado en otra entrada en este blog, ha sido que todo ello es «caza
mayor» contra su persona y su partido. Ha dicho, tieso como una vela, que es un
ataque en la línea de flotación del proceso que llevará a la independencia de
Cataluña.
Nada nuevo bajo el Sol: es el
recurso al enemigo exterior que, en este caso, es Madrid, la Justicia y los
aparatos del Estado. Todo un recurso viejuno. En esta ocasión, sin embargo, ha aparecido
una interferencia, que no es sospechosa. Esquerra Republicana de Catalunya, el partido anfibio, el
aliado principal de Mas en toda esta remanguillé le ha exigido de manera directa: «Haga usted
limpieza en la casa». Todo un uppercut en la pétrea mandíbula de Artur Mas. Ahora
bien, estamos ante un extraño puñetazo que no deja tampoco en buen lugar a la
lista de la coalición Junts pel Sí, de la que forma parte la misma
ERC.
Sea como fuere no hay que darle
muchas vueltas a la cabeza de que Esquerra está diciendo que no se traga las
explicaciones, lo que supone que le está llamando mentiroso. Con lo que los
problemas de Mas están fuera de su control. Y que para acallarlos necesita un pacto
con Esquerra y otro con la CUP elevando el tenor de las demandas de ambas
formaciones. A Esquerra puede bastarle una declaración unilateral de
independencia, pero a la CUP tendrá que darle eso y algo más, que puede llevarle
al ridículo de vestirse de lagarterana anticapitalista: «Paris vaut bien une messe». Lo que, como mínimo, le
llevará, también, a ser el hazmerreir de las cancillerías europeas a las que
pretende camelarse.
Permítanme una pregunta que creo
pertinente, seguro que alguno de ustedes me despejará la incógnita: si las
fuerzas soberanistas hablan de «desconexión» con España, ¿a santo de qué se
presentan a las próximas elecciones generales? Al menos la CUP tiene su
coherencia: como quiero irme, empiezo por desconectarme de las Cortes
españolas. Deseable o no, esa es una lógica. Lo de CiU y Esquerra no deja de
ser tener una puerta abierta ¡por si las moscas!
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