jueves, 22 de octubre de 2015

¿«Caza mayor» contra Artur Mas?




La respuesta de Artur Mas ha sido la tradicional: lo han hecho para parar la independencia de Cataluña. Se trata de la detención del tesorero de Convergència democrática de Catalunya, que siguió  esmeradamente las huellas de su antecesor, y del registro en varios ayuntamientos y sedes de empresas. Es la continuidad del famoso caso del 3 por ciento. Es decir, el cobro de comisiones ilegales por parte de dicho partido a cambio de la concesión de obra pública. Vale la pena añadir que, en dichas detenciones, se encuentran también Josep Antoni Rosell, director general de infraestructuras y  que entre los investigados se encuentran altos ejecutivos de empresas catalanas líderes en la licitación de obra pública internacional como Infraestructuras.cat, Copisa, Grupo Soler, Urbaser, Oproler, Grupo Rogasa y TEC 4.  Recordamos que el caso tuvo su origen en una denuncia de la concejala de Torredembarra Montse Gasull, militante de Esquerra Republicana de Catalunya.  

Artur Mas ha declarado que la intervención de la Fiscalía es «caza mayor». Pero hasta bosquimanos saben de buena tinta que eso no cuela. No cuela, caballero, y usted lo sabe perfectamente. Esa burda excusa puede colar en algunos sectores del independentismo catalán, pero no en algo que necesita ese Mas: la mirada de simpatía de algunas cancillerías y medios influyentes de Europa. La pregunta sería: ¿cuela en determinados sectores de las listas de la coalición Junts pel Sí? ¿cuela en determinados ambientes que la han apoyado? ¿Se tragará la CUP ese sapo indigesto? Lo iremos viendo. Pero ciertamente el hipotético voto de esa coalición para que Mas presida la Generalitat se va a encarecer lo suyo.


Aventuro esta hipótesis: colará en los alistados y en una parte muy mayoritaria de quienes han apoyado la coalición. Me baso en lo siguiente: el vínculo entre medios y fines se ha pervertido; lo que vale, como sea, es el objetivo final, la independencia. Ser un tiquismiquis con los medios es una chuchería del espíritu, una bagatela que sólo reclaman las órdenes menores franciscanas. Este principio ético de la relación virtuosa entre medios y fines sólo vale como denuncia cuando los adversarios se lo pasan por el forro del escroto; en nuestro caso, la pretendida nobleza de los objetivos tiene una categoría político-moral que anula la cualidad de los medios. Lo que, ciertamente, no es algo nuevo a lo largo de la historia. Más todavía, dentro de cien años todos seremos calvos, y habrá historiadores distraídos o atentos que dirán aquello que se les encomiende y afirmarán que esa corrupción del 3 por ciento es en realidad un «libelo de sangre».      

 Mientras tanto, y como decíamos ayer, sigue la situación crítica en         empresas como Valeo con la pérdida de puestos de trabajo y la amenaza de deslocalización en Autoliv. Agradezco el comentario, en mi entrada de ayer, de Fernando  que dijo “Y no se descarte que, como ya ocurriera en el pasado, destacado o destacados personajes con gran proximidad al Govern sean los asesores de las "deslocalizaciones" de esas empresas”. ¿Cómo pude olvidarme? Cosas de la edad. 

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