Contemporáneamente al desarrollo
paroxístico del proceso catalán (procés)
se está desarrollando un inquietante cierre –o de traslados a otros lugares--
de grandes empresas en Cataluña. Ahora podría tocarle a la multinacional sueca Autoliv en su planta de Granollers
(1). Pero el gobierno en funciones –ni
antes tampoco— sigue sin dar la cara en este gravísimo asunto, y erre que erre
sigue con lo suyo: el chicoleo clandestino para proceder a la investidura de Artur Mas, formar gobierno y otros
aderezos institucionales. Ni una gestión cerca de la multinacional, ni la más
mínima consideración a esos centenares de puestos de trabajo que se pueden
perder. Vale decir que tampoco desde Madrid donde el putativo ministro de
Industria dice llamarse Andana. Digamos además que ni las protoestructuras de
estado ´diplomáticas´ de la Generalitat ni las del leido Margallo, que nosotros
sepamos, han intervenido sobre el particular así en Estocolmo como en
Madrid. Las primeras, eso sí, se
comportan como una orden mendicante para que la comunidad internacional mire
con buenos ojos a Cataluña; el segundo anda de trifulca con el ladino Montoro. Conclusión, esa política no está pensada para
la gente de mono azul, ni de bata blanca.
Por lo demás, sorprende que
nadie de los recién elegidos en la lista de Mas haya tenido la idea de que hay
que echarle una mano a los trabajadores de estas empresas. Y es que como dijo
un sabio de Parapanda “el nacionalismo de
derechas es un pleonasmo y el nacionalismo de izquierdas es un oxímoron”.
Mientras tanto, Valeo sigue
igual, y ahora Repsol amenaza con despidos.
1 comentario:
Y no se descarte que, como ya ocurriera en el pasado, destacado o destacados personajes con gran proximidad al Govern sean los asesores de las "deslocalizaciones" de esas empresas...
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