Manuel Gómez Acosta
Ingeniero Industrial
Ningún país se ha desarrollado sin
industrializarse, ningún país se ha industrializado sin una política industrial
activa. Un nuevo modelo productivo debe estar soportado por la innovación como
estrategia para la generación de empleo, el incremento de la competitividad y
la creación de nuevas oportunidades que faciliten el desarrollo de “filones” de
ideas. La competitividad debe ser un factor de progreso que incorpore innovaciones
tecnológicas, mejore la organización empresarial, la cadena de valor, los
encadenamientos productivos y permita a los trabajadores participar en la
gestión de la producción y en el
control de las condiciones de trabajo.
La industria como factor de crecimiento, de generación de
empleo, de estabilidad económica
Cualquier País del mundo debe definir una estrategia de crecimiento y desarrollo. El modelo productivo que asegura ese crecimiento basado en producir más y mejor, y que al mismo tiempo permite un desarrollo equilibrado y sostenible, es el basado en la industria y la innovación tecnológica frente a modelos especulativos que generan crecimientos ficticios e incapaces de garantizar desarrollos sostenibles.
Los países industriales son sin duda los más competitivos, en
estos la industria supera en la mayoría de los casos el 20% del PIB. El ejemplo
más paradigmático a nivel europeo sería Alemania cuya producción industrial
supone el 23% del PIB. En España la producción industrial ha caído del 39% en el
1970 a
un 15,9% en la actualidad. La oficina estadística Eurostat, que descuenta la
energía dentro de la industria, sitúa el peso industrial de nuestra economía en
el 13,3% del PIB , frente a un 18% en Europa´. La Unión Europea ya ha
señalado como objetivo que la industria suponga el 20% del PIB en el 2020.
A nivel mundial la industria representa más del 16% del PIB,
supone el 70% del comercio global y genera más del 75% del I+D+i en el ámbito
privado, en Europa la producción industrial supone el 80% del gasto en I+D+i.
La industria es un elemento desencadenante del crecimiento, cada
1$ USA en valor añadido bruto (VAB) en la industria, genera 1,4$ USA en VAB en
otros sectores de la economía. Es un factor de generación de empleo, por cada
nuevo puesto de trabajo en la industria se crean entre 2 y 3 empleos en otros
sectores, es además un elemento de estabilidad económica, en España la
industria es el principal generador de empleo cualificado, el 85% del empleo
industrial es fijo y la inversión en I+D+i en la industria supone el 50% del
total.
La política industrial es un instrumento de planificación
estratégica de cualquier economía, que tiene como objetivo el fomento del
crecimiento, la generación de empleo y actúa como vector de estabilidad
económica. Desde el punto de vista empresarial, la Política industrial
aborda el conjunto de actuaciones públicas específicas dirigidas a
fortalecer la competitividad de las empresas.
La política industrial es además un instrumento que hace posible
la existencia de actividades y sectores que se consideran necesarios y
estratégicos para el crecimiento y desarrollo de un país. En algunos casos
desde una concepción más liberal, es también un instrumento de intervención
pública que permite corregir fallos o desviaciones del mercado, es decir, es
sensible a las señales que éste emite. Tanto mercado como sea posible, tanto
Estado como sea necesario”.
Los instrumentos que sustancian la estrategia de política
industrial pueden ser de distintos tipos :incentivos fiscales para estimular
actuaciones que se consideran deseables, incentivos a la innovación,
inversiones en R+D+i, subvenciones y créditos blandos, medidas proteccionistas
(aranceles, barreras comerciales no arancelarias, políticas cambiarias…),
políticas de compras públicas, participación pública en empresas
(coyuntural/permanente), introducción de elementos de regulación y protección a
través de la propiedad intelectual
Analicemos muy brevemente diferentes modelos de política
industrial
“La mejor política industrial es la que no existe”,
este modelo ha sido seguido en muchas ocasiones por el Gobierno Español
en épocas de liberalismo “light” (PSOE) o ultra liberalismo “heavy” (PP).
En Catalunya este modelo se podría definir como “pujolismo industrial”, que
supone sustituir la planificación por el “laissez faire” con algunas
“correcciones” en forma de subvenciones y facilidades crediticias a las
empresas vinculadas al sector de negocios nacionalista, el llamado “patriotismo
económico” o “economía patriota”
Otro modelo de concepción liberal pero no fundamentalista,
sugiere limitar la intervención estatal solo como elemento de corrección de los
“fallos de mercado” y en algunos casos potenciar actuaciones “verticales”
que se consideran necesarias. A nivel nacional, serían las
que afectan a los sectores de la defensa y las energías limpias (financiar la
maduración, la curva de aprendizaje de las tecnologías eficientes desde el
punto de vista energético) y a nivel europeo, las fijadas como
“prioridades nacionales “ por la UE ,
como serían el acelerador de partículas (CERN), el proyecto ITER de
fusión nuclear, la agencia espacial europea (3.500M€ año para I+D espacial), el
proyecto Galileo, el GMES (Global Monitoring for Environment and Security)
“Last, but no least”, la concepción de una política industrial
que actúe como instrumento de planificación democrática . Lo que en
estos últimos tiempos se ha dado en llamar una “nueva política industrial
activa” (PIA) como la denomina el economista y profesor de la Universidad de
Harvard, Dani Rodrik. La PIA
se considera necesaria para corregir los fallos de mercado en países
emergentes, lo que llamaríamos las externalidades informativas (una
economía en desarrollo, necesita diversificar su base productiva para dar
un salto cualitativo a través de fondos públicos de capital riesgo dirigidos a
apoyar a empresas de ramas de actividad no tradicionales en el país) y
externalidades de coordinación (para compensar el bajo
stock de capital físico, es decir, las infraestructuras).
Actuaciones de Política industrial
Estas actuaciones pueden ser de carácter transversal
(horizontales) o vertical (sectorial /territorial)
Las actuaciones “horizontales”
definen un marco institucional y de incentivos que favorece la
innovación tecnológica y que se guía por criterios de excelencia horizontal,
sin discriminar entre sectores ni compañías. Tiene como objetivo la
mejora de la innovación productiva y el fomento del I+D+i, como vector de
arrastre. Financia los mejores proyectos de I+D+i al margen de a qué
sectores pertenecen las empresas, identifica aquellos sectores en los que
existen fallos de mercado e interviene provocando las menores
distorsiones posibles en el funcionamiento de la economía productiva
Las actuaciones “verticales”, se diseñan y aplican para la
promoción económica de territorios necesitados de impulsos al desarrollo (las
ZUR de finales del XX), para la potenciación de sectores concretos o empresas
individuales, para la protección de industria naciente, en ocasiones son
instrumentos para los llamados “campeones nacionales” y en muchos casos son
herramientas de apoyo a sectores que se consideran con futuro (defensa,
cambio climático/renovables, sectores de excelencia tecnológica, estratégicos...)
Una política Industrial moderna y eficaz, ha de dirigirse no
solamente a corregir fallos de mercado, sino debe ser un instrumento de
planificación estratégica que fomente la generación de I+D con criterios de
excelencia horizontal, la atracción y formación de profesionales, la
consolidación de estructuras de concentración geográfica de empresas
(“clústers”) que hayan surgido de modo natural, el fortalecimiento del capital
riesgo en su fase iniciática (“venture capital“).
Una política industrial moderna y eficaz, debe al mismo tiempo
evitar los peligros del dirigismo que podría limitar la competencia y la
emergencia de empresas innovadores (“destrucción creativa” /Schumpeter). Habría
que tener en cuenta determinados elementos negativos que deberían corregirse,
como el que las empresas “elegidas” pueden relajar su tensión competitiva y ser
menos eficientes, la existencia de un elevado grado de discrecionalidad,
la priorización de los mismos sectores y la generación de
un exceso de capacidad. Las ayudas estatales deben estar limitadas tanto en el
tiempo como en cuantía y vinculadas a objetivos muy claros
Ningún país se ha desarrollado sin industrializarse, ningún país se ha industrializado sin una política industrial activa.
Ejemplos de actuaciones de política industrial
Considero de utilidad el poder ilustrarnos con ejemplos de
política industrial activa que pueden servirnos como referentes de lo
comentado.
El “Plan Obama”, por el que en el 2012 el Gobierno Federal de los
EE.UU., actuando como el mayor capitalista de riesgo, a través del
Departamento de Energía se propone gastar 40.000 M€ en préstamos y subvenciones
para alentar a la empresas privadas a desarrollar las energías verdes (coches
eléctricos, nuevas baterías, turbinas eólicas, paneles solares,..)
El “Plan Hollande”, ejemplo actualizado del llamado
“neocolbertismo”, presentado por el Gobierno francés el pasado mes de
Septiembre, que consta de 34 proyectos en 4 sectores (transición
energética y medioambiental, la tecnología digital, salud y el transporte del
futuro). El Plan prevé una inversión pública de 3.700M€, que podría
generar 45.500M€ de valor añadido (un 40% en la exportación)
y la creación de 480.000 empleos en 10 años. Evidentemente este Plan cuenta
para tener recorrido con la complicidad del empresariado francés, empresas como
Renault, EADS (Airbus), Thales, Areva, Alstom…, no solamente le han dado su
apoyo sino que han generado el 80% de las propuestas
El “caso vasco” con dos claros ejemplos . La empresa CAF, en donde
una estrategia industrial basada en la defensa del mercado propio,
inversiones en R+D+i, soporte de las Kutxas a través de mecanismos de
financiación adecuada y la participación de los trabajadores en el accionariado
(representan más del 25%), ha situado a CAF como 5ª empresa ferroviaria
mundial. Otro ejemplo emblemático de esta cultura industrial, sería
la
Corporación Mondragón con 83.000 puestos de trabajo, 32.000 M€
de activos, 14 centros de I+D+i con un presupuesto de 61,5M€ y 1900 investigadores
, 9500 alumnos en centros educativos y formativos y una fuerte capacidad
exportadora…
Un nuevo modelo
productivo: La economía sostenible
Una
“economía sostenible”, que tenga como principal objetivo acometer un
cambio en el patrón de crecimiento y en el modelo productivo. Un nuevo modelo
que tenga como principales vectores a desarrollar.
Una profunda
renovación del sistema educativo basado fundamentalmente en un modelo orientado
hacia la sociedad del conocimiento (transferencia de conocimiento y de los
procesos innovadores de la sociedad al sistema educativo y viceversa)
La economía “verde” soportada por una apuesta inequívoca por las energías renovables, en la dirección de mejorar la eficiencia energética de todo el sistema productivo, reducción de los gases efecto invernadero (especialmente el CO2), combate contra el cambio climático y la potenciación de la movilidad sostenible (desarrollo del ferrocarril tanto en áreas metropolitanas como en servicios regionales y transfronterizos).
Una menor dependencia del carbón no solo puede
impulsar el desarrollo de la industria, sino reducir sus costes a largo plazo y
por lo tanto hacerla más eficiente. Por eso se debe potenciar las
infraestructuras necesarias, como las interconexiones que permitan
compartir el superávit de energías renovables , las redes inteligentes (“smart
grids”), reservas de capacidad que compensen las intermitencias de las fuentes
de energía eólica, solar, biomasa… es decir, la economía del hidrógeno
Un modelo energético derivado de la generación de energía
distribuida, descentralizada y renovable Este proceso de democratización de la
energía, supone un cambio de jerarquía, la lateralidad del poder y el
desarrollo de lo que J. Rifkin ha dado en llamar en su ”Tercera Revolución
Industrial”, el “capitalismo distribuido”. El cual puede llegar a determinar
cómo se ejerce el poder político, una profunda renovación en las aulas,
así como la metamorfosis de la era industrial a la colaborativa. Modelos
más descentralizados y menos jerárquicos
El incremento de
la inversión en programas de I+D+i , como vector de arrastre de una nueva
economía. La mejora de la productividad de nuestra economía pasa por la apuesta
por la innovación y la creación de procesos con alto valor añadido
La innovación
una estrategia para la generación de empleo, el incremento de la competitividad
y la creación de nuevas oportunidades
La innovación es un proceso social que desborda los mecanismos
intelectuales de la invención y la creación. La innovación puede y debe generar
nuevas oportunidades de empleo e incrementos de productividad que sin duda
deben repercutirse en valores sociales y en el beneficio del conjunto de
la sociedad.
La innovación es el elemento clave que explica la competitividad.
Porter afirma, “la competitividad de una nación depende de la capacidad de su
industria para innovar y mejorar, de igual manera las empresas consiguen
ventaja competitiva mediante innovaciones”
En la definición de innovación de Schumpeter se tienen en cuenta cinco variables :
1. Introducción en
el mercado de un nuevo bien o servicio, el cual los consumidores no están aún
familiarizados.
2. Introducción de
un nuevo método de producción o metodología organizativa.
3. Creación de una
nueva fuente de suministro de materia prima o productos semielaborados
4. Apertura de un
nuevo mercado en un país.
5. Implantación de
una nueva estructura en un mercado.
6.
Resumiendo la innovación es un elemento clave de la competitividad
y además hace posible que los nuevos productos, procesos o servicios sean
aceptados por el mercado. Si no se produce la innovación, no se accede al
mercado o se pierden las posiciones adquiridas con anterioridad.
La innovación además tiene varias perspectivas: la tecnológica que
afecta a los cambios en productos y procesos, la social que debe aportar nuevos
horizontes a los problemas del desempleo y la organizativa que
produce nuevos métodos de gestión que se adaptan a las nuevas
realidades-exigencias del mercado. Proceso creativo-innovador es el generado por
la creación de ideas y la puesta en práctica de las mismas a través de la
innovación, en un entorno dinámico, que favorezca la libre circulación de la
información y facilite el desarrollo de filones de ideas.
Nuevos sectores para la innovación: La “ecoinnovación”, la
“ecotecnología”, las “tecnologías urbanas” /las “smart cities”.
Nacida al calor de la responsabilidad social corporativa, la “ecoinnovación” se presenta como un paso más dentro de las “políticas responsables”, a través del uso eficiente e inversión creciente en mejorar la eficiencia energética de las empresas. Es al mismo tiempo una oportunidad de mejorar la productividad mejorando la eficiencia energética. La “ecotecnología” como instrumento de generación de empleo y de innovación tecnológica, que prioriza el desarrollo sostenible y el mantenimiento del equilibrio medio-ambiental. Una apuesta tecnológica basada en un modelo energético que garantice las mismas oportunidades a las generaciones futuras y que administre con rigor los recursos limitados de los que disponemos.
La ciudad como elemento de innovación, de cambio
tecnológico, de creatividad y generación de empleo. Las tecnologías urbanas son
un excelente instrumento para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadan@s y la
prestación de los servicios públicos. El desarrollo de las “smart cities” es un
elemento no solo de transformación de ciudad sino de creación de riqueza y
sostenibilidad medio ambiental.
Competitividad
Cuando hablamos de competitividad
es necesario saber de qué estamos hablando. Desde una concepción muy
artificial y simplificadora de la misma, asociada a un tipo de empresariado
“corto placista “ y con escasa visión de futuro, la competitividad estaría
vinculada con la explotación de recursos naturales abundantes , el
aprovechamiento de mano de obra barata, la utilización de subsidios a los
precios de los factores. Políticas vendidas por gobiernos conservadores, como
favorables a la exportación, pero que en realidad basan su
competitividad en la aplicación de mecanismos de devaluación interna, como las
manipulaciones de la tasa de cambio y en lo que el profesor Francesc Granell,
ha llamado “Plataformas subordinadas de exportación”, es decir, cuando se aplican desde el “centro
estratégico” políticas de devaluación interna basadas en la caída de los
salarios y el deterioro de las condiciones laborales y no en la capacidad
para generar y desarrollar productos con alto “valor añadido”.
Esta
competitividad basada en la creación de plataformas de “low cost” y
“alta flexibilidad productiva”, tiene escasa proyección de futuro y no son
sostenibles a largo plazo.
Otra de carácter más estructural y con mayor recorrido , que
se sustenta en la capacidad de una economía para avanzar en su eficiencia y
productividad, para diferenciar productos, incorporar innovaciones tecnológicas
, mejorar la organización empresarial, la cadena de valor y los encadenamientos
productivos y permita a los trabajadores participar en la gestión de algo que
también es suyo, la empresa. Esta última sí es perdurable a través del tiempo
porque se sustenta en un mejoramiento de los patrones de productividad como
base de una competitividad real.
Para una empresa, la competitividad vendría relacionada con su capacidad
para tener éxito en el mercado en el que opera. Analicemos sucintamente
algunos “factores de competitividad”:
-El tamaño de las empresas
es un factor de competitividad, ver Informe septiembre 2013 de
PwC/Siemens: “Claves para la competitividad de la industria española”(1). Las
medianas y sobre todo las grandes empresas , son capaces de generar
economías de escala, tienen más fácil acceso a la financiación, mayor capacidad
para realizar inversiones en I+D+i y por lo tanto generan un mayor
potencial exportador. Un caso paradigmático sería el alemán dónde el 60%
del empleo se genera en empresas medianas y grandes (14.000 empresas de
más de 250 trabajadores, frente a las 2.600 en España).
-Incremento de la inversión en programas de I+D+i, como vector de
arrastre de una nueva economía . Necesidad de fondos tecnológicos
orientados hacia la innovación, lo que sin duda supondrá un incremento de la
necesaria competitividad de la economía española . La mejora de la
productividad de nuestra economía pasa por la apuesta por la innovación y
creación de procesos con alto valor añadido y no por el empeoramiento de las
condiciones de trabajo e incremento de la flexibilidad e inseguridad laboral.
-Estrategia de producto “cuando no puedas fabricar más barato,
fabrica productos con más calidad y si no innova y fabrica productos nuevos (Joan
Majó). Aprovechar la crisis para reconvertir la economía e “inventar”
nuevas actividades en nuevos sectores de la producción y los servicios. El
desarrollo de los nuevos materiales, será determinante a la hora de definir
nuevos escenarios industriales, a través de los nuevos materiales se
puede describir la nueva industria.
-La “localización competitiva”, citemos
algunos factores que la favorecen: las ventajas logísticas de un territorio
vinculadas al transporte y a la distribución, el atractivo del entorno
investigador sobre los profesionales del I+D, los procesos de concertación
entre las administraciones públicas, los agentes sociales y el sector privado (
la llamada “triple hélice” de la innovación), las sinergias del territorio
(cadenas y redes productivas, redes de proveedores), la convergencia entre las
estrategias de las empresas transnacionales y los territorios nacionales
donde operan.
(1) Claves de la competitividad de la industria española - PwC
(1) Claves de la competitividad de la industria española - PwC
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