viernes, 25 de mayo de 2012

NOVEDADES EN ESTAS MOVILIZACIONES





De un tiempo a esta parte el intermitente conflicto de masas que está teniendo lugar en España tiene una característica novedosa: el esfuerzo por reunificar ese inmenso océano de agraviados. Hasta hace poco las luchas tenían una profunda limitación: cada cual parecía decir que estaba de acuerdo con “lo suyo” y se abstenía de lo ajeno. De un lado, la agresión general provinente del gobierno y, de otro lado, la intención del sindicalismo de unificar lo que antes se movía en orden disperso han propiciado esa característica unificante a la que nos referíamos. Trayendo a colación de manera interesada el reciente libro de Antonio Baylos ¿PARA QUÉ SIRVE UN SINDICATO? diremos que también para unificar lo que iba esturreado está el sindicalismo como sujeto general que se estructura confederalmente.

 

Otra característica es la visibilidad  de esta presión sostenida. Que ya no se desarrolla solamente en las grandes ciudades sino que recorre toda la geografía española, lo que está provocando toda una serie de desafíos a lo que podríamos denominar el sindicato en el territorio que durante un ciclo excesivamente largo parecía haberse desdibujado. Así las cosas, la referencia en esas pequeñas y medianas ciudades tiene, junto a la proyección de las grandes manifestaciones que aparecen en los medios (con no poca cicatería, por lo general), es la proximidad del sujeto territorial: el ajuntamiento de masas en torno al sindicalismo y la gran trama de movimientos y asociaciones que comparten los objetivos de la presión sostenida. Digamos, pues, que –hasta donde yo recuerdo— no ha habido una relación tan estrecha entre el sindicalismo y el conjunto asalariado en todas sus diversidades. En buena medida parece concretarse lo que, en su día, dejó dicho el gran Vittorio Foa: “para que los trabajadores confíen en el sindicato, éste debe confiar en los trabajadores”.     

 

 

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