Simone et Jean-Paul dans le Café de Flore
Seguimos pegando la hebra en
torno al libro de nuestro amigo Bruno Trentin. Ahora toca hablar (es un decir)
de (2) LA DISTRIBUCIÓN DE LAS RENTAS COMO VÍA AL SOCIALISMO,
que es la segunda parte del capítulo cuarto.
Querido
Paco, nuestro amigo Trentin propone una serie de consideraciones en esta entrega que también tienen una gran
utilidad para la acción colectiva del sindicalismo confederal en estos tiempos
de ahora. De un lado, su visión muy crítica contra el instrumento de la
cogestión alemana; de otro lado, y como inferencia la representación del
sindicato en los Consejos de Administración de ciertas empresas,
preferentemente públicas.
Sobre
la cogestión debemos constatar que nunca tuvo buena prensa en el seno de
nuestro sindicato. Menos mal. Otra cosa, bien diferente, es la co-determinación
de las condiciones de trabajo, que lo dejaremos para más adelante cuando
Trentin lo aborde en los próximos capítulos. Pero sobre lo segundo (la
presencia en los consejos de administración) habría que hablar largo y tendido.
Por cierto, no recuerdo haberlo comentado contigo.
Un
servidor estuvo siempre en contra de que el sindicato estuviera representado en
esos organismos. Hice todo lo que pude, y más, en la dirección de las
estructuras confederales, pero nadie en Madrid me hizo ni puñetero caso. Es
más, sospechaban que era una de mis derivas anarco-sindicalistas. La idea de
nuestros amigos del grupo dirigente confederal se limitaba a la justificación,
que no teorización, de la necesidad de ocupar todos los espacios posibles. Y
ocultamente, tal vez, pensaran que, de ese modo, recibíamos un cacho de
legitimación por parte de nuestras contrapartes. Lo que era y sigue siendo un
absurdo porque, en realidad, éramos (y somos) nosotros quienes, de esa forma,
legitimamos las decisiones empresariales. Lo chocante es que estas prácticas
nunca concitaron conflicto alguno entre las diversas familias sindicales de
Comisiones: en eso coincidían los tocinillos
y los zorrocotrocos, por usar aquella
antigua jerga de entonces.
Para
lo único que sirvió, en mi caso particular, fue para asistir de gorra a una
función en un palco de La
Fenice (representaban Mitrídate in Ponto). Nuestro común
amigo Roberto Tonini, secretario general de la CGIL véneta, su mujer, Roser y yo mismo entramos
“de gañote” porque el sindicato estaba participaba en el consejo de
administración de La Fenice. Tras
la función pude comprobar que Tonini era contrario a la presencia del sindicato
en todos esos organismos. Sólo en tiempos de Bruno Trentin, como primer espada
del sindicato, la CGIL
abandonó toda esa trama. Pero entre nosotros continúa. Estaría bien que, en el próximo congreso
confederal se eliminara la presencia del sindicato en esos territorios. ¿Tú que
piensas sobre ese particular? Te saluda
desde Pineda de Marx, JL
Habla Paco Rodríguez de Lecea
Querido José Luis,
No sé a ti, pero a mí no me dan las
fuerzas para todo. De un momento a otro, temo quedarme vacío como le ha pasado
a Pep Guardiola, y tener que dar por concluidos estos comentarios que tan
gratificantes, por lo menos a mí, me resultan.
No sé qué decirte sobre la
representación sindical en los consejos de administración de las empresas
públicas de nuestro país. Me he quedado en blanco. Sé que zorrocotrocos y
tocinillos estarán en vilo en estos momentos esperando mi opinión; sé que mi
silencio contrariará a los redactores de las ponencias del próximo congreso
confederal. Pero todo es inútil. Estoy seco.
Como no podemos dejar la cosa así, he
pensado en recurrir a Antonio Quijada. No hace falta que te recuerde de quién
se trata: toda una vida dedicada al sindicato, volcada en el sindicato para
expresarlo de un modo más exacto.
Este será mi homenaje particular a su
persona. Empezamos juntos a reconstruir el ramo de Gráficas, al lado de Luis
Perdiguero y Luis Moscoso, en unos momentos críticos, cuando todos éramos
clandestinos. Juntos los dos (aunque más por culpa mía que suya) nos
precipitamos de cabeza, recién ingresados en la legalidad, en una huelga
unitaria de Gráficas (1978) absurda e insensata, y juntos la desconvocamos en el
estadio de la Guineueta ,
y allí nos oímos decir de todo. Y después nos echamos aquello a la espalda, nos
arremangamos y reconstruimos el ramo juntos. Y juntos seguimos en la lucha
sindical, durante muchos años, con otros compañeros que excuso citar aquí pero
no olvido.
Quijada no ha sido nunca lo que se dice
un teórico. «De las ponencias encárgate tú que tienes facilidad de pluma», me
decía. Pero siempre fue por derecho, y tuvo las cosas claritas.
Sé exactamente lo que me diría Quijada
si le preguntara qué piensa de los representantes sindicales en los consejos de
administración de las empresas públicas.
«Los franceses a eso lo llaman una
cosa. ¿Tú sabes francés?», me preguntaría.
«Un poco.»
«Pues ellos lo llaman hacer le lavative.»
Un abrazo desde este blog a Quijada,
por si tiene la mala ocurrencia de perder su tiempo en leerlo, y otro para ti,
José Luis, tú sabes por qué.
Radio Parapanda. Emite por onda media
las anteriores conversaciones.
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