Me imagino a los sindicalistas
y a los dirigentes de las izquierdas políticas leyendo, al calor del cafelito y
las tostadas mañaneras, los artículos que hoy publica El País en el suplemento sepia. Principalmente Una
casta a prueba de crisis y Contratos
acorazados. Más que leyendo me los
imagino estudiándolos con la libretilla al lado, el rotulador y el lápiz para subrayar
y tomar apuntes. Se trata de una serie
de datos y comentarios sobre lo que podíamos llamar la “cuestión salarial”, aquí
y ahora.
Para picar la curiosidad a
quienes sean remolones en la cosa de la lectura, les propongo unos primeros
comentarios que me sugieren entrambos artículos que he leído despaciosamente y,
también, ayudados por mi cafelito y las tostadas con pringue colorá.
Primero. La crisis, en materia
salarial, está haciendo los mayores estropicios en desigualdades –y en la mayor
pérdida de bienestar— desde los viejos tiempos de la Gran Depresión. Lo que se viene
acentuando desde las últimas tres décadas. Cosa sabida, pero no suficientemente
recordada.
Segundo. Los responsables
económicos de todo ello, con el beneplácito de los que políticamente tienen
mando en plaza, han aprovechado la ocasión para hacer su agosto: incrementándose
sus propios salarios y remuneraciones diversas; unos incrementos que se han
distanciado de la evolución de la riqueza media de sus accionistas.
Tercero. Comoquiera que las
políticas fiscales han golpeado con mayor saña a los trabajadores dependientes,
favoreciendo a los de arriba, el poder adquisitivo de éstos también se ha
ampliado considerablemente por esta vía.
En todo este contexto, es
preciso recordar que las diferencias salariales y de poderes adquisitivos nunca
han sido tan kilométricas. Y no digamos cuando estos caballeretes ejercen el
despido o la violencia del poder privado:
cuatro
chavos para los despedidos cuando son plebe y autoindemnizaciones requetemultimillonarias,
si es que las contamos en la nueva unidad monetaria del desparpajo prevaricador,
los dívares.
De dicho estudio se pueden y
deben sacar más conclusiones. Pero ustedes ya están en ello.
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