martes, 4 de enero de 2022

ELA, sindicalismo de campanario


 

 

Puedo entender, no sin gran esfuerzo por mi parte, la existencia de partidos nacionalistas; puedo comprender con más fatiga todavía que en este mundo de la globalización y la interdependencia haya organizaciones políticas nacionalistas. Pero lo que no se me alcanza, ni haciendo una obra de caridad, es entender que haya sindicatos nacionalistas. Que por lo general son sindicatos de campanario y de caserío.

La cosa viene a cuento, en esta ocasión,  por las complicaciones que puede tener la reforma laboral—2021 en el trámite parlamentario. De un lado, la caverna y la taberna podrían coincidir en el voto con los mentores nacionalistas del sindicalismo de campanario.

La derecha extrema y la extrema derecha, desde hace tiempo, están en contra de todo, en contra –por así decir--  del teorema de Pitágoras. Los del campanario y el caserío tienen sus propios matices: el caserío de ELA lleva en su gen fundacional la supremacía de la boina, la indiferencia sobre lo que ocurre fuera de sus ´fronteras´  y la negativa de que en sus mismos patios entren incluso las victorias sociales que han conseguido otros. El campanario de ERC es otra cosa: hará la puta i la Ramoneta, todo dependerá de la cuantía de la factura para justificar su voto. Es decir, palurdamente insolidarios los primeros y mercaderes fenicios  los segundos.

A ver quién se atreve a explicar ese ten con ten de la caverna y el campanario.

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