En
este inquietante zipizape entre Rusia y Ucrania hay, en mi modestísima opinión,
una sombra chinesca que recuerda a Rebeca -- aquella Rebeca de Winter del
maestro sir Alfred— un personaje citado durante
toda la película, pero que físicamente no aparece en ella. Rebeca es China con
su potente pulpo mundial.
Los
tentáculos chinos se extienden en setenta países, de los que cuarenta y dos
deben a la ´metrópoli´ el 10 % de su producto interior bruto, los 28 restantes
le deben como media un 5 % de su pib. Más todavía: cada año China maneja 85.000
millones de dólares en programas de desarrollo: es el doble de lo que se gastan
Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Rebeca lo hace sin estridencias, a la
chita callando. Es, de momento, un colonialismo silencioso, a la espera de que
los setenta países de marras no puedan pagar la deuda y, entonces, Rebeca hará
acto de presencia física. Posiblemente cuando haya superado a los Estados
Unidos que, como si dijéramos, está a la vuelta de la esquina. (Hace setenta
años los niños de Santa Fe diríamos que «Fu
Manchú» ataca).
No
quisiera ni pensar en que, si las negociaciones entre Rusia y sus contrarios
fracasaran, qué postura tomaría Rebeca. Aunque, bien mirado, no parece que a China le
interese el conflicto: ellos van haciendo y, están en puertas de ser la primera
potencia, por lo que no estaría dispuestos, en teoría, a que ninguna guerrita
les joda la marrana. Sea como sea, es fundamental que la diplomacia arregle
este zipizape. Con todo tenemos por delante, a partir de ahora, conocer China.
Dentro de poco entraremos en un nuevo paisaje.
De momento tienen ustedes un artículo de hoy en La Vanguardia, cuyo autor es Xavier Mas de Xaxàs, que nos da una interesante información sobre la China.
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