Paradojas de las cosas del
tiempo: de una parte, unas calores de agobio, que los meteorólogos
relativizarán hablándonos de medias aritméticas o geométricas y, de otra parte,
ciertos airecillos refrescantes que nos vienen --¿quién lo diría?-- de la política. De las calores nada podemos
decir, tan sólo que debe ser combatida (según autoridades sanitarias del PP) con
las soluciones de antañazo: dobla, dobla, dobla y ya tienes el abanico. Un
método ecológico, no contaminante y barato. Hasta que las empresas del sector
energético caigan en la cuenta de que se les está haciendo una competencia
desleal.
Hablemos, pues, de los
airecillos refrescantes de la política. Es
un comentario bastante generalizado que el «nuevo PSOE» y Podemos intentan
limar las asperezas que han presidido sus relaciones. Sea. Es, sin duda, una
buena cosa pues rebaja el alto voltaje de las calores, que nos recorre desde el
calcañar hasta el colodrillo. Un par de grados menos, diría yo.
A estas alturas podemos decir
que el resultado de las primarias del PSOE ha sido determinante para esos
airecillos refrescantes. Y, es una hipótesis, tenga más influencia en el
devenir político de los próximos meses que la moción de censura. En la fuente
de las primarias estaría, en mi opinión, un intento para que las
relaciones, en el seno de la izquierda, rebajen el tenor de la tosquedad cutre
que hemos presenciado desde hace demasiado tiempo. O, al menos, lo posibilita.
No será coser y cantar. Es más,
ni siquiera está garantizado que esos airecillos refrescantes se mantengan y
desarrollen. Porque el PSOE considera que su primera posición formal en la
izquierda está definitivamente dada; y, por su parte, Podemos pugna por subir
al primer peldaño del ranking. O sea, seguirán mirándose con el rabillo del ojo.
Ahora bien, si toman buena nota de que lo uno y lo otro son chucherías del
espíritu frente al autoritarismo del Partido Popular y sacan las consecuencias
pertinentes, es posible que se pueda abrir una nueva fase que mejore las
relaciones entre ambos partidos. Siempre y cuando se ate en corto al sector
cenizo que tienen en común, que se incomoda cuando las cosas empiezan a
corregirse. Porque no es irrelevante la cantidad de cenizos en uno y otro
bando.
En resumidas cuentas, la
sugerencia del consejero de Sanidad madrileño --«dobla, dobla, dobla y ya
tienes el abanico», estúpido insulto donde los haya-- puede ser, paradójicamente, un método
aproximadamente eficaz para que el PSOE y Podamos intenten ventilar la atmósfera
política española. No se trata de un abanico común, sino de dos, que dieran más
fresquito. Porque esto es insoportable.
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