La gauche divine siempre le perdonó la vida a Jeremy
Corbyn. Incluso algunos de su misma quinta
le llamaron vejestorio. Y, sin embargo, es el vencedor moral de las elecciones
generales en el Reino Unido. Lo reconoce un diario poco sospechoso de
veleidades de izquierda como La Vanguardia. Es más, le llamaron
administrativamente político tronado, de ideas que –según ellos— están fuera de
la modernidad. Este fue también un latiguillo recurrente en la confrontación
interna de los socialistas españoles. O, lo que es lo mismo, el cainismo que
hemos visto en el PSOE intentaba, a su vez, desacreditar al dirigente laborista
británico. Doble fracaso, pues. Porque han perdido la batalla en el socialismo
español y en el británico. Por lo que se ve, los muertos que algunos matan
gozan de buena salud.
El Gotha laborista no cayó en la
cuenta de un fenómeno nuevo que se estaba operando en las ciudades británicas:
amplios sectores de la juventud obrera y universitaria estaban movilizándose
por el viejo Corbyn. La aristocracia socialista estaba más pendiente del
Financial Times que de lo que ocurría en la calle, y más atentos a los salones
que a los pubs. Es la idiosincrasia de las vacas sagradas.
Vale decir, con nuestro Antonio Lettieri, que «quien se ha tomado la
paciencia de leer el Manifiesto
electoral del Partido Laborista se ha sorprendido ante unas propuestas
inequívocamente de izquierdas, que en Gran Bretaña no se habían visto desde los
tiempos de Michel Foot, en los primeros años de
la era tatheriana. Este programa ha sido atacado ferozmente por la derecha del partido, y ha
sido juzgado como algo residual del siglo pasado» (1). Tres cuartos de lo mismo
se ha oído en España para algunas de nuestras cosas domésticas. En efecto, el
programa del «viejo» propone renacionalizar las empresas privatizadas por
aquella Dama de Hierro, incrementar el gasto social, entre otras. Que, a buen seguro, provocaron
fuertes ataques de alferecía en las covachuelas del Labour.
En principio podemos decir que
Corbyn ha asestado un buen cogotazo a la sombra alargada de aquella infausta
tercera vía de Giddens –
Blair, en gran parte responsable de las patologías de la
socialdemocracia europea. Todavía más, quien ha sido considerado despiadadamente como un «vejestorio» ha dado
al Labour un balón de oxígeno a la izquierda. Lettieri, mordazmente, señala
«que ese balón de oxígeno no se dirige a la izquierda que se avergüenza de
serlo». Así pues, aires nuevos en el laborismo y, momentáneo archivo, del
alcanfor de la sonrisa vertical de Blair y sus atalajes.
Apostilla. Quienes necesiten
sugerencias conversen con Corbyn. Nuestro hombre habla perfectamente el
castellano. Lo practica a diario con su esposa que es mejicana.
(1)
A. Lettieri: http://www.eguaglianzaeliberta.it/web/content/la-tranquilla-rivoluzione-di-jeremy-corbyn
.
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