lunes, 4 de abril de 2016

Hoy mismo el crimen contra la humanidad



«Violencia y desprecio cobardes, ahora también, contra los pobres y desahuciados. ¿Hasta qué simas nos hundiremos? ¿Seremos capaces alguna vez de pasar página? ¿Seguiremos proyectando nuestros resentimientos y miedos contra los más débiles e indefensos? ¿Cómo haremos para enfriar la olla hirviendo de las malas pasiones que florecen con la crisis?».  Son palabras de Joaquim Sempere que, escritas para otra ocasión, también parecen apropiadas para este fatídico primer lunes de abril de 2016.

Ustedes están perfectamente al tanto: hoy, primer lunes de abril, la costra gubernamental de Europa ha puesto en marcha uno de los crímenes más espantosos de la historia de nuestro viejo territorio. Centenares de miles de personas, la mayoría niños y ancianos, que huyeron de la guerra serán devueltos a una Turquía subvencionada para que, a su vez, sean repatriados al lugar de origen. Al mundo de las bombas, de la barbarie. Así se las gasta la costra violando las leyes del derecho europeo e internacional, destruyendo los códigos de solidaridad de los que tanto, y algunas ocasiones con razón, han presumido las instituciones europeas.

Europa, así las cosas, ha vuelto a visitar los peores momentos de su historia. Con una novedad: antaño eran los gobiernos nacionales, cada cual por su cuenta, quienes protagonizaban el acoso y derribo del Otro, entendiendo que el resto de los gobiernos se refugiaba en comités de no intervención; hogaño son todos ellos, explícitamente coordinados, contra el Otro.

Hubo un tiempo en que, ante acontecimientos de extrema gravedad, se ponían en marcha importantes tribunales –una palabra cuyo origen está en el latin de «tribus» y de ésta «tribunus»--  para enjuiciar asuntos de enorme importancia. Pongamos que hablo, por ejemplo, del Tribunal Russell,  que abordó los crímenes de guerra del gobierno norteamericano en Vietnám. Y yo me digo, desde la insignificancia de mi representación, referida solamente a mí mismo, si hay motivos para poner en marcha una experiencia similar ahora mismo. Respondo: los hay sobradamente. Y hasta es posible que más de uno en Europa sea del mismo parecer.

Concretando: debería ponerse en marcha un Tribunal Internacional compuesto por personalidades de prestigio mundial que juzgara el crimen contra la humanidad que representa la decisión de la costra europea contra los refugiados. Indico un nombre para presidirlo: Jürgen Habermas. Es sólo una sugerencia.



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