Una noticia, intencionadamente
confusa, nos ofrece El País de hoy: «Alberto Garzón quiere crear un partido sin
las siglas de IU». Lo firma Elsa
García de Blas que, en parte alguna de su texto, nos dice si se ha
puesto en contacto con Garzón o toca la zambomba sin partitura conocida. Es
más, la gacetilla es una mezcla de retales –atribuidas a «fuentes de la
dirección» de IU— donde se combina lo noticioso de querer fundar otro partido
con otras consideraciones.
La noticia-reportaje se camufla
en la verosimilitud dado el minúsculo resultado electoral de IU y el
desordenado mensaje de esta formación provocado por las ganas de lucir la boca
(anónimamente) de algunos de sus más
conspicuos dirigentes. En todo caso, la reportera no ha contrastado sus fuentes
con el principal aludido al que se pone como fautor de la operación del viaje
de IU a otra formación, Alberto Garzón. Quien inmediata y contundentemente ha
negado la mayor. Digamos, pues, que El País se ha comportado como una guilda de
tertulianos de garrafón: murmura y propala, que algo queda.
Segundo tranquillo
Sea como fuere, lo cierto es que
IU se encuentra en el momento más delicado de su relativamente corta biografía.
Lo que consideraba su espacio natural ha sido tomado al abordaje por Podemos.
Sus organizaciones federadas periféricas la han abandonado y no pocos de sus
votantes han quebrado su fidelidad. Y lo chocante del asunto es que la fuerte
enemistad de IU con el bipartidismo se ha saldado con una apertura de las venas de esta
organización. Decididamente IU ya no es lo que quiso ser, al tiempo que sus
caóticas familias internas se propusieron no ser aquello que se proponían. Es más, estas
familias internas parecía que se empeñaban en ser un conjunto de retales sin
relación entre sí y sin vínculo sensato con un proyecto general. Y a falta de
un sastre convincente cada retal se iba desagregando en no sé cuántos minifundios.
Tercer tranquillo
Alberto Garzón tira del
consabido concepto de la «refundación». Ahora bien, este planteamiento se está
convirtiendo en un producto que, de tan sobado, está perdiendo chicha y
contenido. En algo que apenas si guarda relación con un balance de lo ocurrido
y con un incierto nexo con la fisicidad de lo que hay que refundar. Más todavía,
sin la necesidad de formular una serie de preguntas incordiantes. Pongamos por
caso las siguientes: ¿por qué la decidida voluntad de enfrentarse a las
políticas neoliberales se ha traducido en esta apertura de sus propias venas? ¿por
qué ha ido perdiendo representatividad en los sectores más dinámicos que, en
cierta medida, representaba? ¿por qué se fue resquebrajándose el machiembrado
con las organizaciones “hermanas” de las diversas izquierdas periféricas? ¿por
qué se iba despeñando paulatinamente en el pozo? Y otras del mismo carácter inquietante.
Tengo para mí que si, no se
abordan desacomplejadamente estas interrogantes, IU podría acabar
desgraciadamente en una especie de hermandad de los Adoradores del Nombre, aquel grupo de monjes
ortodoxos heréticos que tanto dieron que hablar a principios del siglo XX. En
resumidas cuentas, el futuro de IU no está en las manos de la injustificable antipatía de El País sino de ella misma.
Radio Parapanda. Isidor Boix en Bangladesh
- Programa piloto para elegir comités representativos y para la sindicación en
las fábricas
1 comentario:
Lamentablemente para esa publicación la "periodista"Elsa ya nos tiene acostumbrados a estas lindezas cuando habla de IU,en rivas la hemos "sufrido" en más de una ocasión y siempre actuando de la misma forma,generando "información" que es mas opinión sesgada que otra cosa.Lamentable.
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