domingo, 10 de enero de 2016

La CUP y su párvula boca; Artur y su aznárido dedo




Ya lo han visto ustedes: se acabó el pescado cuando ya no hubo más japutas que vender en el mostrador. Lo demás son especulaciones y ganas de darle a la pluma.

Los hechos nos dicen lo siguiente: el rey Arturo ha sido destronado, y siguiendo las tradiciones regias (también las del aznarato) indicó quién debía sucederle, así es que algo comparten Rajoy y este Puigdemont, que  –si se sigue el guión al pie de la letra— será investido esta tarde president de la Generalitat de Cataluya. Algo chocante, sin embargo. En esta subasta del mismo pescado, que ha durado unos tres meses, el dedo no se ha dirigido a nadie del círculo concéntrico más allegado al rey Arturo, sino al extrarradio del grupo dirigente. ¿Por qué? Tal vez porque el rey destronado piensa que es el más manejable. Pero sólo es un tal vez. En todo caso, Artur Mas debería saber bien que casi nunca los aparentemente manejables son hechuras perfectas.

Los hechos también indican que, si bien la CUP  ha conseguido descabalgar al rey Arturo lo ha hecho a costa de ella misma. Aquel desparpajado Pio Cabanillas hubiera repetido su legendaria frase: «¡Qué patada les hemos dado en nuestro propio culo»! Que, traducida a lo que comentamos, podría ser así:  hemos cumplido nuestra promesa (como dijimos en la asamblea) a cambio de descuartizarnos a nosotros mismos y postrarnos de rodillas durante toda la legislatura (como no dijimos en la asamblea). Como ha quedado reflejado en la declaración de los cincopuntistas: «Garantizar que los diputados/as de la CUP se incorporarán a la dinámica del Grupo parlamentario de Junts pel Sí de manera estable. Participarán en todas las deliberaciones y actuarán conjuntamente en las tomas de posición del grupo». La pérfida intención de subrayar esta frase es de un servidor. Naturalmente lo de “incorporarse a la dinámica” puede ser cualquier cosa, pero no ambigüedad. Por lo demás, el punto quinto del acuerdo es la imposición de un trágala de los costaleros del destronado rey donde hace decir a los párvulos perrerías con formato de autocrítica. De manera indirecta la CUP está próxima, según el punto número cinco, a declararse quintacolumnista durante estos tres meses. Por no hablar del punto sexto donde se reconoce que los cupaires están obligados a hacer dimitir de su grupo a aquellos diputados que más se han empeñado en señalar antipáticamente al rey Arturo. Voces amigas, desde dentro del meollo, están en condiciones de demostrar que esto ha sido sugerido por un accionista común de Junts pel Sí y la CUP. Yo no estoy en condiciones de contradecirlo.

Digamos, pues, que el procés ha dejado de ser para los políticos soberanistas, una ensoñación y ha ido adquiriendo la fetidez del pescado tardíamente vendido (y comprado). La novedad es que, ahora, el genoma del procés es una japuta en mal estado.

Veremos, en los próximos meses, cosas tristemente hilarantes: anticapitalistas votando lo que les eche «el burgués insaciable y cruel», como decía la canción de tiempos antiguos. Pero cuando la CUP despertó ya no estaba allí. Entonces, el rey Artur podrá volver a presentarse a la presidencia y, como han indicado exponentes de la Orden de la Malafoyá (en el sentido granadino del término) tendremos la versión catalana de Putin – Medvedev, Medvedev—Putin. ¿Estás en lo que es?


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