Dos
elementos sorprenden en la consulta que ha hecho Podemos
para elegir a su cabeza de cartel de las elecciones generales: uno, el
porcentaje de participación no ha llegado al 16 por ciento; dos, el tipo de
explicación oficial que se ha dado de tan escuálida cifra. Digamos que, en el caso
de que se hubiera tratado de otra organización, el tipo de explicación que alguien hubiera dado sería más incisiva.
El 15 y
pico por ciento –máxime si se tiene en cuenta la comodidad del proceso a través
de las redes sociales-- no es que sea
insuficiente, sino que a todas luces es políticamente inválido y, por tanto,
proporciona una legitimidad muy discutible. No niego autoridad alguna a Pablo Iglesias el Joven; simplemente, a tenor de unas
cifras que cantan lo suyo, la representatividad formal que proporciona este
proceso no es para tirar cohetes. El tipo de explicación que oficialmente ha
dado Echenique ha sido de una comodidad
sorprendente: «Estamos en una época de verano, y ya se sabe…».
Inquieto
como estoy por tan chocante aclaración, pregunto descarado: «¿Qué se sabe del
verano y de su relación con ese casi 16 por ciento?». De este verano sabemos
algunas cosas: que tenemos unas calores africanas y que, entre otras cosas,
parece ser que Georgie Dann no ha encendido su
barbacoa, ni ha abierto su chiringuito playero. Pero esencialmente sabemos que
también en este verano siguen funcionando los chirimbolos tecnológicos,
incluidos sus mecanismos para participar en las votaciones que se convoquen. Yo,
por ejemplo –si fuera de Podemos— hubiera votado cuando la tarde languidece y
renace la sombra. Es decir, por la (relativa) fresca de esas horas de cierta indulgencia climática.
Inquietante
el porcentaje de participación, muy por debajo de las de tipo presencial que
han puesto en marcha otras organizaciones; inquietante el carácter de la
explicación oficial que se ha dado. Digamos, pues, que el deseo de palingenesia
de Podemos ha conocido una (coyuntural) interferencia. Parece normal que a un
servidor se le escapen, pero no a los grupos dirigentes de esta nueva formación
que repite, hasta la extenuación, que «va por todas».
El problema
que aparece cuando se da una explicación oficial, sabiendo que se está
comunicando un «era de noche y, sin embargo, llovía» es que acaba metabolizándose
y deja de ser un anacoluto para convertirse en argumento. De donde resulta que
la vieja política y sus estilemas contagian al más pintado. Nadie es perfecto,
nos recordó un allegado a Willy Bilder, pero
podemos decir que algunos nuevos cachorros consiguen una parecida imperfección
a la que tienen los leones que ya están para el arrastre. Sólo en algunos
momentos, que conste.
En suma,
Podemos nos debe una explicación: a sus parciales y, también, a nosotros que sólo
somos gente curiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario