martes, 14 de abril de 2015

El patriotismo de la austeridad según el Banco de España



«El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha defendido este miércoles las políticas "rigurosas y prudentes" adoptadas por el Gobierno para corregir los desequilibrios de la economía española. Según el gobernador, "apartarse de un camino que nos lleve a situaciones imposibles e insostenibles no es austeridad, sino sentido común y, en un sentido muy real, patriotismo". Así se ha expresado Linde en su discurso de apertura de inauguración del 22º Encuentro del Sector Financiero organizado por Deloitte, ABC y Sociedad de Tasación».

Ya ve usted hasta qué punto la facundia inolvidable de Miguel Ángel Fernández Ordóñez se transmigra en el actual gobernador del Banco de España. Con una variante: se ha pasado de la farmacopea de MAFO a la teología de este Linde. Y de una manera altisonante se vincula positivamente las nefastas políticas económicas y sociales con el patriotismo. Con lo que, de un plumazo, Linde ha arrojado a los infiernos de la anti España a la inmensa agrupación de agraviados por la crisis económica. La novedad de la postura del Banco de España es que ya no exige medidas concretas a lo Mafo, sino que justifica ideológicamente el carácter de lo que, desde hace algunos años, se ha dado en llamar austeridad o austericidio.

Y lo cierto es que no salgo de mi asombro. Porque a lo largo de mi vida he conocido directamente diversas clases de patriotismo. No hablo de los que no he conocido.

El primero fue el patriotismo de «todo por la patria» que, según las latitudes, tenía (y mantiene), en algunos casos, una recurrente estética cañí y, en otros, se adoba con gotas de chanel número 5. Enfrentados entre sí estos dos patriotismos tienen, como se verá más adelante, algunos puntos importantes de interconexión.

El segundo patriotismo tiene un sello radicalmente distinto. Lo ha desarrollado Jürgen Habermas con la etiqueta de «patriotismo constitucional».  En apretada síntesis, se trata de lo siguiente: es una concepción participativa de la ciudadanía, volcada en la promoción del bien común. Por eso, la ciudadanía que hace suyo el patriotismo constitucional no se remite en primera instancia a una historia o a un origen étnico común, sino que se define por la adhesión a unos valores comunes de carácter democrático plasmado en la Constitución. En este sentido, es claro que estamos ante una concepción republicana que nada tiene que ver con el «todo por la patria» del patriotismo carpetovetónico ni con el chanel número 5 del patriotismo que legó Jordi Pujol a sus hijos y nietos políticos. Aunque el uno y el otro comparten con mayor o menor aproximación lo que Carl Scmitt, definió como el «nomos de la tierra».

Alguien debió de tomar nota de la peligrosidad que conlleva la expresión patriotismo constitucional con su continua práctica de la deliberación y acicate de los derechos de ciudadanía y decidió intervenir reescribiendo los conceptos de patriotismo, así del viejo con apariencia terne como el pujoliano. Y es cuando los escribas sentados del gobernador del Banco de España trasladan el nomos de la tierra al nomos del dinero. Comoquiera que el razonamiento tecnocrático no ha podido impedir el conflicto social, es preciso sacar a escena un nuevo simbolismo conformando un vínculo “sacral” entre austeridad (tal como se concibe desde hace unos años) y patriotismo. Quienes se opongan a ello no tienen salvación. Se trata, como puede verse,  de una visión que saca a la economía de su laicismo para darle un contenido teologal.

Lo novedoso de la formulación del gobernador Linde está en la vinculación directa entre austeridad y patriotismo. Ahora bien, ha mamado sus fuentes en el patriotismo de Artur Mas. Este caballero puso los pilares de la doctrina Linde. Y hasta cierto punto ha conseguido que una concreta multitud de agraviados por la austeridad hayan puesto en primer plano el patriotismo del nomos de la tierra en vez de la defensa de los derechos de ciudadanía, lesionados por recortes y pérdida de derechos.  


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