Mariano y
Artur, Artur y Mariano siguen sin hablarse a la cara. De manera que si tienen
los medios de comunicación a su disposición, ¿para qué dialogar o lo que sea? En
realidad ambos se dirigen directamente la ciudadanía, no al otro. Es la técnica
del «demagogo oligárquico», del que se habla en Dialogo intorno alla Repubblica. Norberto Bobbio – Mauricio Viroli [Laterza,
2001].
El próximo
fin de semana viene Mariano a Barcelona. Su discurso, previsible por lo demás,
no entrará en el meollo del asunto: cuatro perifollos que provocarán indiferencia
o chascarrillos. Mariano es así.
Y ayer habló
Artur. Lo hizo ante 3000 personas, rigurosamente invitadas y controladas, no
fuera que algún alumno del Pequeño Nicolás
se colara de rondón.
Artur lo
dejó meridianamente claro: en 18 meses tiene previsto proclamar la
independencia de Catalunya. Por lo que se ve, este caballero ignora que hay por
ahí otros tarambanas como él. Pero al menos tiene un plan, cosa que no se puede
decir lo mismo del badulaque de Mariano.
Según
cuentan algunos paniaguados de Artur, el climax del mítin-conferencia fue
cuando dijo: «Sólo adelantaré las elecciones si son para hacer la consulta. Si
sólo son para cambiar el gobierno, no habrá adelanto». Nótese que Artur hace un
anuncio, tan oficial como éste, en un acto, no en el parlamento.
Hasta donde
yo me sé, las elecciones se conciben fundamentalmente para ver –seamos claros-- quién corta el bacalao. Lo que se concreta en
la representación parlamentaria y, de ésta, la conformación de un gobierno. Aquí
se han cambiado las tornas. Hasta tal punto que se produce, además, una invasión
de funciones por parte del president en un terreno que le es vedado: «Debemos
conseguir que ningún partido se presente sólo con un programa sobre la
independencia». Arrugo la nariz porque me parece que se entra en una peligrosa
deriva.
Oigo voces
que dicen sin fundamento que mientras Artur Mas predica machaconamente sobre la
independencia (y otros eventos), su gobierno no gobierna, que está paralizado.
Pues, no señor. De eso nada. De momento,
la mayoría está aplicando tesoneramente una política de recortes. Pero hay uno
que se lleva la palma: el consejero del negociado de Sanidad. Motosierra en
mano va destartalando todo lo que puede del Institut Català de la
Salut. Y ahora desvirtuando algunas de sus
normas para que sus mandos puedan acumular más de un cargo y tener responsabilidad
en el mundo de la sanidad privada, o
bien que el director del Catsalut tendrá potestad para decidir sin pasar por el
consejo de administración. Posiblemente es, según ciertos criterios, lo mejor
para las «estructuras de estado» previas a una hipotética independencia de Cataluña.
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