(Primeros tanteos sobre el particular)
1.-- Cuentan
los viejos cronicones de antañazo que don Natalio Rivas, diputado entre 1901 y
1923, en cada campaña era de los que prometían el oro y el moro si ganaba las
elecciones. Al parecer, en cierta ocasión se pasó de rosca, prometiendo
resolver de raíz el problema endémico del paro en su circunscripción por
Granada. Entonces, surgió una potente voz de los asistentes: «Colócanos a tós,
Natalico». No consta que Rivas moviera
un dedo al respecto. Lo que no fue óbice para salir triunfalmente reelegido. De
un lado, la potente fuerza del cacicazgo; de otro lado, la servidumbre
voluntaria, que diría La Boétie ,
de sus votantes.
2.-- No
tengo los conocimientos suficientes –ni siquiera los necesarios-- para
establecer la diferencia «orgánica» entre los cacicazgos de la época de don
Natalio y los de nuestros tiempos. Pero intuyo que existe un hilo conductor que
recorre tan largo trayecto. Si ayer el cacicazgo era fundamentalmente agrario,
hoy hunde sus raíces en una actividad económica multiusos, no sólo en el
ladrillo. En todo caso, entiendo que se trata de una diferencia de grado, no de
cualidad. En todo caso, hoy como ayer,
el vínculo del cacicazgo con la política se da por descontado. Y si ayer ponía
sus huevos en los diversos partidos de la Restauración –el
mismo don Natalio era del Partido Liberal--, ahora los hay que, dicho
lorquianamente, se disfrazan de izquierdas para no infundir sospechas. Naturalmente,
es posible que haya quien impugne que hoy exista esa figura del cacicazgo y,
concretamente, la del cacique. Espero los argumentos para mi mejor
conocimiento.
3.-- En todo caso, lo que une lo de ayer a lo de
hoy es la proximidad geográfica del cacique, ya sea personalmente o mediante
sus hechuras, al territorio en cuestión. Una presencia, pues, directa del
cacique con la sociedad civil y con las instituciones municipales y de las
comunidades autónomas, concretada en una red de clientelismos en torno a
intereses económicos, favores y conchabeos varios. Así las cosas, la corrupción
aparece con un cierto sostén de masas (la clientela) no desdeñable.
Naturalmente lo más visible es la que, por su grosor, ha sido detectada y
publicitada por los medios de comunicación, pero existe también la corrupción al
detall (del trapicheo) ampliamente difusa.
4.-- La política, y especialmente la izquierda,
hasta donde yo sé, apenas ha reflexionado al respecto. Ha hecho bien formulando
la autonomía del poder municipal frente al centralismo, incluido el de su comunidad
autónoma; también ha acertado ante la autonomía de las comunidades autónomas
frente al centralismo al por mayor. Pero no ha puesto las bases para socavar la
tendencia “natural” al caciquismo, removiendo los obstáculos para su aparición
y desarrollo. La política, en todo caso, parece que ha estado más atenta a la
necesaria lucha contra el viejo centralismo (al que no pocos quieren resucitar)
que ante la teratología del caciquismo de nueva y vieja estirpe.
5.-- Estas páginas están abiertas a don Carlos
Arenas Posadas, el Enviado de Clío en la Tierra , para que introduzca una enmienda a la
totalidad o por cachos de lo que decimos en este ejercicio de redacción. Mientras tanto, me acerco a la estantería y
cojo el libro “Señores y señoritos: empresarios
y caciques en la Andalucía
contemporánea”, naturalmente su autor es el mencionado profesor Arenas
Posadas. Vale
Habla Carlos Arenas Posadas:
El clientelismo, el patronazgo, el caciquismo, el
paternalismo, el capital social relacional, el capitalismo de amigotes, etc.
son términos sinónimos y realidades tan viejas como la misma sociedad. Viene a
ser la expresión de un intercambio de favores entre personas y clases
económicamente muy desiguales; tanto más fuerte y arraigado cuanto más desigual
sea la sociedad en cuestión. Generalmente, se intercambian votos (impunidad)
por mercedes en forma de colocaciones, permisos, subvenciones, etc. Como digo, proliferan
en aquellas sociedades en las que los individuos no encuentran solución
colectiva a sus problemas y, como en el dilema del prisionero, deciden
colaborar con la policía antes que confiar en su compinche (en sus iguales). El
profesor de Granada José Cazorla, escribió ya en los ochenta, un artículo
premonitorio, y silenciado, que llamó: del clientelismo familar (don Natalio)
al clientelismo de partido (PSOE). Ya que me convocas, te diré que en el libro
que acabo de terminar dedico un capítulo al clientelismo en la historia
andaluza. Saludos, Carlos
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