Ayer mismo, Joaquim González daba ayer en la tecla hablando en Hablemos de la patronal. El hilo de su razonamiento es tan claro como atinado: empieza a circular por diversos medios una serie de reflexiones de sindicalistas que fatigosamente buscan una puesta al día de la praxis sindical; sin embargo, no vemos por ningún sitio nada parecido por parte de los empresarios. Esa literatura sindical es, de momento, un tanteo o aproximación, mientras que, desde la acera de enfrente, hay un silencio bastante preocupante acerca del papel del empresariado.
Digo que es preocupante porque no puede haber un aggiornamento de las relaciones laborales e industriales en ningún
lugar si los empresarios no se ajustan las cuentas también a sí mismos. Vale, el sindicalismo confederal puede
renovarse profundamente (y con ciertos titubeos está en ello), pero si no
existe además un repensamiento, intelectual y práctico, de la acción
empresarial todo podría quedar en agua de borrajas. O, lo que es lo mismo: la
modernización de los sindicatos es una condición necesaria, pero no suficiente
para unas relaciones laborales e industriales de nuestro tiempo, del nuevo
paradigma de la innovación y reestructuración en el escenario global. En ese
sentido, es preocupante la sequía intelectual del empresariado orgánico, que
mayoritariamente está instalado en una cultura chusquera. Lo que no impide,
todo hay que decirlo, que en ciertas empresas haya ejecutivos ilustrados y
técnicamente solventes. De donde podemos sacar una primera conclusión: allá
donde hay ese saber, académico y científico, la posibilidad de innovación es
mayor. Son, como digo, una excepción. La inmensa mayoría está más preocupada
por cortar las alas al sindicalismo que por la eficiencia y competitividad de
sus propias empresas sin querer aprender que eso es una contradicción en los términos.
En todo caso, son necesarios más saberes en los protagonistas de las relaciones
laborales e industriales.
Ahora bien,
el hecho de «saber» es tan sólo un prerrequisito. La cuestión, entiendo yo, es
de qué manera dicho saber se traduce
en investigación. Ahora bien, ¿qué se
trata de saber? Primero, que las relaciones laborales e industriales actuales
están crisis definitiva porque responden a un paradigma ya inexistente;
segundo, de esa obsolescencia surge la «crisis de eficiencia» de dichas
relaciones; y, tercero, está cantada la «crisis de representación» de los
sujetos que intervienen en las relaciones laborales e industriales. Y desde ese «saber» hay que investigar. Me
atrevo a decir que no entenderlo tendría desagradables consecuencias: no
remontaría la parábola sindical. Hay, pues, motivos de preocupación, pero no de
pesimismo. Cierto, no todo depende de nosotros, pero mucho puede depender de
nosotros mismos.
Radio Parapanda. REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA
Radio Parapanda. REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA
No hay comentarios:
Publicar un comentario